No es que estemos en feria,
celebrando nuestras fiestas patronales es que, ahora, en los
momentos actuales, nos ha dado por poner casetas recogiendo
firmas, para protestar por lo que sea. Qué usted es defensor
del gato con cinco patas y viudo y, al parecer, nadie le
hace caso, la solución la tiene usted en la mano. Se monta
una caseta, en el Paseo del Revellín, y a recoger firma que
le muestren su apoyo. Lo malo del asunto es que, después,
cuando esos firmantes tienen que ir, por las razones que
sean, a algún lugar a ratificar lo que han firmado, no
aparece ni un alma.
Qué usted en defensa de la lagartija autóctona o del
entorno, no quiere que se construya, por un suponer, en el
Monte Hacho pues, nada, se monta la casetita y a recoger
firmas, que para eso la citada lagartija y el entorno son de
vital importancia.
Uno que es así de simple piensa, en el supuesto que pueda
pensar algo, que eso de pensar es exclusiva de la grandes
“lumbreras” de esta tierra, que sin fastidiar a la
lagartija, cuya vida guarde Dios muchos años, para conservar
la especie y el medio ambiente y sin tocar ni fastidiar el
entorno. Pues como les decía, uno piensa, con perdón por
pensar, que respetando todo eso, se puede construir en el
Monte Hacho, puesto que hay lugares para poder hacerlo sin
perjudicar ni a la lagartija ni al medio ambiente. ¡Mira que
soy retorcido pensando esas cosas!.
Menos mal que no hay infierno, sino iba de cabeza a las
calderas de Pedro Botero. Y la enorme suerte que tengo es
que al Paraíso sólo van la mujeres, que he visto yo una
serie que dice que “Sin tetas no hay Paraíso”. Total que si
nadie lo remedia, pensando que no existe el infierno y que
al Paraíso sólo van las mujeres, aunque el personal se
cabree me veo camino del cielo. ¡Pedazo de artista estoy
hecho!.
Como está de moda y a servidor siempre le ha gustado ir a la
moda. me voy a montar una casetita, en el Paseo del
Revellín, a fin de recoger firmas para la defensa del
cangrejo viudo con cargas familiares, que con la subida de
los precios de los artículos de primera necesidad, el pobre
ya no puede andar ni hacia atrás. Por cierto, sigo
insistiendo en que hay lugares en el Monte Hacho, que sin
tocar ni perjudicar su entrono y la lagartija aún se puede
edificar. Teniendo en cuenta que uno no está entre las
grandes “lumbreras” de este pueblo al que tanto quieren y
aman, si me viene alguien con una fuerte inversión en el
Monte Hacho, que daría lugar a la creación de puestos de
trabajo, respetando los lugares que el menda les indique y a
la lagartija, como decía mí amigo el gitano Juan, eso
edifican por la gloria de mí pare, lo diga quien lo diga.
Pero como da la extraña coincidencia que pinto menos, en
este mí pueblo, que en el Vaticano, pues lo que decida no
vale para nada. Ni te cuento si fuese el presidente de la
Ciudad, con diecinueve diputados y el pueblo, en su inmensa
mayoría, apoyándome, me iban a durar, con la ley en la mano,
todos los que me quisieran hacer la vida imposible, menos
que una pompa de jabón. Y de ninguna de las maneras iba a
permitir que un personajillo del tres al cuarto me insultase
cada vez que le viene en ganas.
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