Decía la sabia de mí abuela: que
siempre hablan quienes tienen porque callar”, De toda mí
vida, me han encantado, los refranes y los fandangos porque
creo, con toda sinceridad, que son la verdades de barquero.
Unas dichas y otras contadas pero, al fin de cuenta,
verdades como puños de la sabiduría popular.
Llevo orgullo y gala el no haber recibido favores alguno de
nada ni de nadie y que, lo poco mucho que haya conseguido
ser en la vida, me lo debo a mi mismo y mis padre que con
todo el amor del mundo me dieron la vida. Por todo ello me
permito, en todas las ocasiones, decir lo que me venga en
ganas, siempre dentro de las reglas del juego, sin
importarme, absolutamente, nada que alguien se pueda
molestar por cuanto escribo cada día.
Nunca he escrito al dictado de nadie, ni he permitido que
ningún amo me diga, cada día, a quien tengo que atacar o a
quien tengo que defender. Los tiempos de Kunta Kinte para mí
se acabaron, para otros, desgraciadamente, siguen en vigor,
y el “si bwana” es la única regla que conocen.
Fantoches andantes, incultos y analfabetos, lanzan a los
cuatro “negros” a realizar el trabajo que estos cobardes son
incapaces de realizar, por dos razones. Primero, porque su
cobardía no da para más, son de los que tiran la piedra y
esconden la mano, y segundo porque son unos analfabetos sin
cultura alguna que les permita escribir un par de renglones.
Todos ellos son fáciles presas para todos aquellos que
quieren llegar a ser algo, pero que ni son nada ni
representan a nadie y hasta me atrevería a escribir que son
unos pobres reprimidos, ególatras y ante sus actuaciones,
queriendo ser el niño en el bautizo, el novio en la boda y
el difunto en el entierro, sirven de cachondeo al personal.
Es la ley de la vida, cuado uno ha sido, pero jamás volverá
a ser lo que fue, les miran con sorna, no les hacen caso
cuando hablan y se cachondean de sus escritos cuando leen
las chorradas que escriben, en la creencia de que aún son
alguien.
No se enteran, son tan ególatras que se creen sus propias
chorradas, y piensan que cando escriben son cátedras en el
asunto. Y para engordar más esa egolatría y gilipollez
suprema de es fauna está, siempre, el analfabeto de turno,
el casiquillo de medio pelo, millonario gracias a la
democracia, pero que sigue siendo tan analfabeto como
siempre y mantiene la marca del aro del cubo pegado en el
culo, animándolos constantemente y repitiéndoles al odio,
cada segundo, que son los mejores, que la gente les tiene
envidia por su enorme cultura y, sobre todo, porque son los
únicos que se atreven a insultar, en sus escritos, a los que
mandan.
A veces, toda esa fauna, me da lastima porque, al fin de
cuentas, no son más que los Kunta Kinte del siglo XXI, a los
que mandan decir lo que tienen que escribir y contra quienes
tienen que escribir para pode obtener sus propios
beneficios, el amo de turno, el analfabeto que los manejas
como mí amigo José Luís Moreno, manejaba su muñecos. Y
encima estos pobres diablos se las dan de ser los más
inteligentes de este pueblo ¡¡Pobrecitos!!.
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