Guillermo Molina vive su segunda experiencia en el país
transalpino porque cuando tan solo tenía 17 años se marchó a
Italia de la mano de Manel Estiarte para jugar en el Pescara
junto a Gabi Hernández. El ceutí no guarda un gran recuerdo
de aquella temporada (asuntos burocráticos retrasaron su
debut en la Liga italiana) y decidió regresar a España para
volver a jugar en el C.N. Barcelona a las órdenes de Toni
Esteller. Han pasado siete años y Guillermo es más maduro,
además de un jugador más completo. En el Brescia es el
jugador franquicia.
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