Me doy una vuelta por el edificio
del Ayuntamiento de nuestra ciudad, llamarlo Palacio de la
Asamblea no me cuadra, para visitar a mis conocidos
“hacinados” dentro del mismo. Uno de estos conocidos, más
que conocido es amigo, es un fijo de las noticias caballas y
responde siempre a cualquier dilema que le planteo de una
manera sencilla, cierta y aderezada con el cachondeo típico
con el que se distingue. Es un amigo que dispone de
informaciones precisas y muy completas, hasta tiene a mi
abuelo registrado, con las que su cerebro trabaja a destajo.
Otro de los conocidos que visito en mi “aventura” de
recorrer el edificio del Ayuntamiento, más que conocido es
también amigo, se encuentra “hacinado” en las profundidades
ventiladas del edificio, en un cuartucho que parece la celda
de un fraile franciscano, para reafirmar esta
escenificación: hasta dispone de claustro en forma de patio
interior con bar incluido. Ese patio interior exhibe unas
tuberías de desagüe con alguna que otra fuga y ofrece,
además, una representación de la flora autóctona en forma de
plantas solitarias cuyas raíces se enroscan en la propia
tubería de la que se nutre del sucio, apestoso líquido
elemento para sobrevivir.
Cuando subo a la primera planta, mediante un ascensor que
siempre está subiendo y bajando (lógico, ese es su
cometido), para tratar de hablar con uno de los mandamases
municipales, me encuentro cara a cara con nuestro presidente
Juan Vivas que acaba de salir de sus dependencias acompañado
por el alcalde de Estepona y un largo séquito. Si nos
atenemos a la condición de nuestro presidente, el acuerdo al
que han llegado es ilógico: un presidente de Ciudad Autónoma
llega a acuerdos de colaboración con un alcalde de municipio
provinciano… cuando lo menos que se podía haber realizado
era un acuerdo de colaboración con el presidente de la Junta
de Andalucía, así estarían empatados en cuanto a jerarquía
¿no? Ahora bien, si el acuerdo es entre alcaldes de dos
ciudades, entonces me quedo con mi afirmación de que no me
cuadra lo de Palacio de la Asamblea. Lógico dentro de la
ilógica realidad ¿no?
Después de recorrer parte de las dependencias municipales me
doy un garbeo, sin garbo, por la zona del mercado de
abastos. Entonces mi mente bulle en ideas arquitectónicas y
construyo en el éter una edificación formidable, con
estación de autobuses incluida, que haría de esa zona un
emblema poderoso para la ciudad. Ya tengo construido, en la
mente, ese edificio que albergaría un montón de cosas en un
diseño ilógico dentro de la lógica. Los grandes maestros se
caracterizan por la ilógica de sus creaciones ¿no?, aunque
yo no me considero tanto.
Entretanto, en la Gran Vía, unos voluntariosos lectores de
todas las edades narran las líneas de un libro apoyado,
amorosamente, en un atril y ayudados por micrófono y
altavoces para la delicia de cuatro o cinco espectadores,
mientras el resto de ciudadanos que pasan por el lugar lo
hacen apresuradamente. No se por qué. Supongo que estarían
hartos de quijotes y sanchopanzas.
Más arriba, en el arranque del Revellín muy cerca de donde
posan con chulería jóvenes uniformados, motorizados y
armados, un tenderete reclama la firma de cuantos ciudadanos
pasan por sus alrededores. Firmas con las que quieren frenar
la supuesta reducción de otros uniformados no tan jóvenes en
un intento ilógico de llevar a cabo lo que se podría tachar
de rebelión camuflada… ¿por qué no recolectaron firmas
contra la guerra de Irak? Les da igual que sus maridos o
hijos mueran en una guerra ilógica mientras no se les quiten
las prebendas y privilegios posteriores… ¡qué país!
Ya de vuelta a la redacción de “El Pueblo de Ceuta” me
encuentro con el dilema de no haber encontrado rosas con las
que obsequiar a otras tantas y bellas rosas que trabajan en
el diario.
Es una costumbre que he adquirido en mis largos años de
trabajo en tierras extrañas de la que no he tenido más
remedio que adquirir sus condicionantes culturales y
sociales. Y escribiendo de condicionantes, es ilógica la
reclamación que hace uno de los diputados de nuestra ciudad
en el Congreso. No entiendo cómo no entiende ese diputado de
que los extranjeros residentes en nuestro país tenga
cobertura sanitaria y los españoles residentes en el
extranjero no la tengan en su país de origen. Los españoles
residentes en el extranjero ¿no tienen cobertura sanitaria
en el país de residencia? ¿No tienen cobertura en los países
que visita a través de acuerdos sobre temas sanitarios entre
gobiernos? Una reclamación ilógica dentro de un contexto
lógico.
En fin, que este escrito es de una lógica aplastante dentro
del ilógico realismo de nuestra ciudad ¿no creen?
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