El Diccionario de la Lengua de la
Real Academia Española explica perfectamente el término
“implosión”, derivado de “explosión” con cambio de prefijo y
que he preferido escoger frente a éste último para el
titular: “Acción de romperse hacia dentro con estruendo las
paredes de una cavidad en cuyo interior existe una presión
inferior a la que hay fuera”. El símil con la situación en
Marruecos me parece evidente, si bien dejo los matices al
avispado lector.
Con la mitad de su población afincada en las ciudades
(30.849.600 millones de personas censadas más casi otros
cuatro, los MRE, en la emigración), un índice de fertilidad
todavía notable (2,52), una elevada tasa de analfabetismo
(además, las cifras de abandono escolar son escandalosas) y
unas crecientes cifras de paro junto a una elevada inflación
y un fuerte descontento político (el débil Gobierno del
corrupto Abbas El Fassi no convence), el país no acaba de
arrancar lastrado también por unos peculiares rasgos
socioeconómicos que no facilitan su integración en el
imparable proceso de globalización, mientras los movimientos
sociales islamistas (moderados y radicales) perfilan su
mensaje y estudian, eventualmente, el asalto al poder. Por
si fuera poco, un reciente informe de la FAO (Organización
de las NNUU para la Alimentación y la Agricultura) advertía
que Marruecos era uno de los próximos países amenazados por
el espectro del hambre debido al incremento del coste de la
vida, el incesante alza de los precios de productos
alimentarios y las crecientes tensiones sociales, según
afirma este organismo dependiente de las Naciones Unidas.
¿Exageraciones del firmante…? “Rien de rien”, puedo
asegurarlo antes de comentar dos indicadores: el primero en
los zocos, donde es creciente el número de personas que
esperan a hacer sus compras de productos perecederos a
última hora, antes del cierre, pues entonces los precios
suelen regatearse a la baja; el segundo hace referencia al
Ejército, las Fuerzas Armadas Reales (FAR) cuyas unidades en
Tetuán y otras capitales de provincia ensayan, desde hace un
tiempo, técnicas antisubversivas y de lucha callejera,
claramente preventivas y directamente encaminadas a la
represión social, en previsión de que los servicios
regulares de orden público ( Policía y Fuerzas Auxiliares)
pudieran ser rebasados por los acontecimientos. Tanto la
ciudadanía (particularmente en Tetuán) como el “Makhzén”
recuerdan, vivamente, los sangrientos sucesos de 1.984 y
1.987... Confiemos en que este 1º de mayo la situación no se
vaya de las manos, pero a la espera de profundas e
inaplazables reformas estructurales y con la situación
social tocando fondo (pese a los innegables esfuerzos
desplegados por la Administración y el propio Rey), se
presenta un panorama incierto. Sirvan de punto final las
contrapuestas portadas de dos semanarios marroquíes del 25 y
26 de este mes: mientras “TelQuel” dedica su portada (¿sutil
provocación en esta coyuntura?) a “Los hobbies de Su
Majestad”, con una foto de Mohamed VI practicando el “jet
ski”, su homóloga “Maroc Hebdo” ilustra la suya con
vociferantes manifestantes enarbolando hogazas de pan y este
expresivo titular: “Marruecos al borde de la explosión: la
carestía de la vida, el paro y el integrismo amenazan la
estabilidad del país”. Esto es lo que hay.
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