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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La Shica
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me la venían celebrando. Pero uno a veces, muchas veces, tiene la mente puesta en otras cosas y oye a los demás por educación, mientras que los pensamientos caminan por senderos bien distintos. Y, claro, tratándose de una artista ceutí, empezaba ya a sentir que mi comportamiento no era el adecuado. Y ha sido por medio de internet que he tenido la posibilidad de disfrutar de La Shica, con las limitaciones correspondientes, pero que no me han impedido entusiasmarme con su primer disco: Trabajito de Chinos.

Elsa Rovayo es una mujer madura, con quince años de trabajo en sitios donde el arte, de tanto recrearse en las mismas paredes, puede acabar convirtiéndose en un motivo laboral acorde con las necesidades del tablao y de la concurrencia del momento. Y ella, un buen día, se dio cuenta de que ser bailaora estaba muy bien; pero que ese mismo día se quitaba la bata de cola y tomaba un nuevo camino. Y acertó, además, cortándose el pelo y transformándose en una criatura en la cual coinciden argumentos suficientes para decir: ha nacido una estrella...

La Shica baila, canta, interpreta, y se mueve, en ocasiones, como si fuera una sombra chinesca. La Shica es atrevida en todas las facetas con que se prodiga en el escenario. Y lo es, sin duda, porque confía ciegamente en el sentido que tiene del espectáculo callejero y lo transporta a los escenarios como si tal cosa. Sin que haya en ella el menor ápice de sobreactuación.

Elsa Rovayo nació con arte; se le nota en cuanto abre la boca. Y es también una señora divertida, alegre, que contagia optimismo y rebosa sensibilidad. La mejor prueba es verla junto a Miguel Poveda cuando éste canta “Dos carnes paralelas”. Hermosa canción. Que en la voz de ella se convierte en un tema romántico apto para todos los públicos. Las lágrimas de Elsa son de verdad. Lágrimas de una artista que de niña soñaba con ser Marisol.

La Shica, metida ya de lleno en los albores de la fama, se acuerda de Lola Flores. A la cual considera una gran rapera. A lo mejor es que la Faraona descubrió en sus viajes a Nueva York, allá por los años sesenta, el hip hop por los barrios de mal vivir. Y es que la artista caballa borda este género con Zíngara rapera. Con Maricarmen me entran unas ganas locas de bailar por detalles. Y me emociona con Madre y me agrada sobremanera la versión que hace de “La bien pagá” y de “María de la O”. Mas, por encima de todo, lo que creo es que está en posesión de muchas cualidades que le otorgan una condición de artista con capacidad suficiente para ser singular y larga en su hacer.

Elsa Rovayo ha conseguido el éxito en el momento preciso. Ni pronto ni tarde. Y, de pedírseme una opinión, no dudaría en decir que lo ha obtenido cuando le tocaba. Cuando se ha hartado de jugar y de soñar. Ahora, en cambio, sus seguidores le irán exigiendo cada vez más. Y habrá de afrontar la tarea como sólo las grandes saben hacerlo.

La Shica es todo un espectáculo. Una bocanada de aire fresco. Una artista a quien los críticos están tratando de buscarle un estilo para encasillarla. La Shica es ella; toda ella convertida en un alboroto cuando pisa un escenario. Baila, y muy bien; canta con gusto y de manera peculiar, pues conoce todos los palos; no olvidemos que ha bailado durante media vida en los mejores tablaos de Madrid. La Shica es una figura de Ceuta. Y ya vive su ceutismo por el mundo.
 

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