Hay cosas que, a pesar del paso
del tiempo, siguen vigentes. Hace días leía una noticia en
la que un señor de más de ochenta años se quería casar con
una chica de veinte. El amor, cierto es que, no tiene edades
ni fronteras, además dicen que es ciego. Y desde luego,
ciega tiene que estar la chica para casarse con el anciano.
A no ser que la cosa vaya por el asunto del parné. No se
extrañen pues en España se han dado casos, muy conocidos, en
los que el interés se ha impuesto al amor.
Este deseo del anciano de casarse con la chica, me ha traído
a la memoria al Teatro Circo Chino, del que era vedette
famosa, Manolita Chen y que, por cierto, cada año se
instalaba en el recinto ferial con motivo de las fiestas
patronales. Había una pareja, Emi y Bonilla, que además de
artística eran matrimonio. Ambos cantaban una canción, que
le viene como anillo al dedo a este anciano que quiere
contraer matrimonio con la chica, a la que lleva sesenta
años de diferencia. Por eso digo que hay cosas que a pesar
del paso del tiempo siguen vigentes, tal es el caso de la
canción que esta pareja cantaba y que decía: “si un
viejecito se casa / es una cosa perdía / pues es lo mismo
que una linterna que no tiene batería /.
Ahora, bien, cada uno se puede casar con quien le venga en
ganas, tenga la edad que tenga y le lleve la diferencia de
años que le quiera llevar, ya se sabe que el amor no tiene
edad ni fronteras. Lo que pase después, es lo que tenga que
pasar, pero que ninguno de los ancianos se suban por las
paredes.
A servidor, perdón por señalar, que señalar está una jartá
de feo, cada vez que se entera de que un anciano con cerca
de noventa años se casa con una chica de treinta y tres que,
como quien dice, está en plena juventud, le da la risa.
No lo puedo remediar, en cuanto me imagino al anciano con el
babero puesto recibiendo de su amada las cucharadas de
sopita calentita. Y cuando ya me parto de risa, es cuando
escucho decir a la chica que se ha casado por amor. Oiga, no
se extrañen, en este ferrmoso país, aún llamado España, como
las meigas haberlos, estos matrimonios, haylos.
Estaba escribiendo un monólogo sobre este asunto de casarse
ancianos con chicas jóvenes, cuando me he acordado que un
buen amigo mío, hace tiempo, me había pedido un guión para
hacer un corto. El hombre lo quería de suspense o algo en lo
que hubiese escena de terror. Viendo la televisión, me
tropecé con una serie que se titula “Entre fantasmas”. El
asunto trata sobre una chica que los ve y les ayuda a
abandonar este mundo marchándose hacia la luz eterna. Oiga y
me vino al idea para el guión que, desde hace bastante
tiempo, me ha solicitado.
Con la enorme cantidad de fantasmas y fantasmones que me
conozco, no hace falta que estén buscando macharse hacia la
luz, ni nadie que les ayude, simplemente es contar sus
historias. La historia de cualquiera de estos fantasmas y
fantasmones para que el corto, que va a hacer mí amigo, sea
todo un éxito ¡Será por fantasmas y fantasmones!.
Me lo han dado hecho, sólo cambiaré el título, en vez de
llamarse “Entre los muertos”, será “Entre los vivos”.
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