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sociedad - DOMINGO, 27 DE ABRIL DE 2008


puente de mando de una embarcación. e.p

reportaje / Tripulación del ‘Rigel’ de la Armada
 

Vida sobre las olas

Los 40 tripulantes del ‘Rigel’, barco de
la Armada con el que se realizan las prospecciones del fondo marino español
para redactar las cartas náuticas, llevan
cinco días amarrados en el Puerto de Ceuta
 

CEUTA
Sergio Cobos

ceuta
@elpueblodeceuta.com

El interior del ‘Rigel’, barco de la Armada construido en diciembre del 72 en el astillero de San Fernando (Cádiz), es un claro ejemplo de cómo cada eslabón de la cadena de trabajo es “sumamente imprescindible”, según afirma el teniente de navío, Francisco Díaz. Unas 40 personas entre mandos, hidrógrafos, tripulación y auxiliares de servicios se encuentran estos días amarrados en el Muelle España de la Autoridad Portuaria ceutí, puesto que trabajan en la actualización cartográfica de los fondos marinos en aguas de jurisdicción española, ya que las últimas prospecciones para tasar el Estrecho no se llevan a cabo “desde hace casi 40 años”, aseveró Díaz. Este responsable de la Armada acompañó a EL PUEBLO por las entrañas del veterano barco, botado en 1973, momento desde el que ha sido dirigido por más de 17 comandantes y navegado casi 350.000 millas. Con sus 38,3 metros de eslora y 7,6 de manga, es capaz de alcanzar una velocidad máxima de 10 nudos, unos 22 kilómetros por hora, y posee una autonomía de 4.900 millas. Tiene su puesto de guardia en la base naval de la Armada en Cádiz.

El interior del ‘Rigel’, que toma su nombre de una estrella que forma parte de la constelación de Orión, es un ir y venir de tripulación dedicada a los más diversos quehaceres. “Los hidrógrafos nos dedicamos a recoger los datos sobre la profundidad de las sondas -fondos marinos- para crear la carta náutica, que es la información necesaria para poder navegar con seguridad”, expresó el hidrógrafo y cabo 1º Salvador Quintán.

Y es que fue precisamente la falta de cartas de navegación, algo penado por la normativa comunitaria, la que llevó al naufragio en los islotes de Santa Catalina al buque ‘Al Zahra’. La carta es “un GPS que te hace conocer el terreno por el que circulas, el único seguro con que se cuenta para llegar a buen fin y saber por dónde navegas”, comentó Díaz. El teniente agregó que esta carta náutica es un papel obligatorio, cuya ausencia podría ser interpretada como conducir un coche sin el correspondiente permiso de circulación o el carné de conducir.

La publicación de esta carta de navegación depende del Instituto Nacional de la Marina, que procesará los datos recogidos por los miembros del servicio de hidrología de este navío. “El Instituto Hidrográfico de la Marina depende de la Armada Española. España cubre las necesidades de cartografía nacional y recibe las órdenes de las Organización Hidrográfica Internacional (OHI), que es la que dicta cuáles son los cometidos que tiene que cumplir España en cuanto a la configuración de este tipo de cartas”, que pueden ser tanto para uso de los organismos públicos como para uso privado, “de venta a los navegantes aficionados y profesionales”, informó Torres. Para estas prospecciones de sonda, España dispone de cuatro embarcaciones: el ‘Antares’ y el ‘Rigel’, que son los pequeños y de mayor edad, mientras que los barcos ‘Malaespina’ y ‘Tofiño’ son de mayor eslora y lozanía. Dispone, para los trabajos de barimetría, de un sistema de posicionbamiento GPS diferencia, “así como un sondador principal EA-600 con 210 y 33 Kilohertzios”, que tienen un alcance de hasta 1.800 metros. El conjunto de captura de datos se acompaña, además, de un sistema SHIME para la adquisición y grabado de información

Aún superada la treintena de edad, la robustez de las máquinas del ‘Rigel’ se encuentra en su plenitud. De los chequeos regulares se encarga Óscar Crespo, que lidera “a la gente de máquinas y motores”. No tiene un emplazamiento fijo, sino que defiende la situación alternando visitas entre el puente de mando y diversos puntos de la infraestrutuctura interna de la embarcación donde pueda haber algún fallo mecánico.

El puerto no mostraba la efervescencia que lo caracteriza de lunes a viernes, y esa manifiesta calma se olía en el interior de este veterano barco de la Armada. Gran parte de la tripulación descansaba en los reducidos camarotes “bien leyendo o durmiendo como si estuvieran en su casa, porque este barco es un hogar”, manifestó José Ramos Torres, el comandante del barco; mientras, otros esperaban el almuerzo en la sala-comedor, desde donde ya se olían las gambas al ajillo y filetes de ternera a los que Eduardo Pérez y María Trinidad Verdugo daban el último vapor en los fogones de la cocina, que se encuentra a la altura de la línea de flotación del barco. Se trata de un trabajo en equipo que los lleva unos cinco meses al año por aguas del Mediterráneo y del Atlántico para comprobar la profundidad del litoral español y de sus puertos. Una labor tan importante como medir la entrada de la bocana en el puerto de Ceuta, que presenta hasta 16 metros en un su zona más profunda, mientras que en la cara de poniente del Muelle España, donde se encuentra anclado el ‘Rigel’ no tiene más de siete. Es por ello por lo que muchos barcos que llegan a las instalaciones portuarias de Ceuta para repostar combustible -bunkering- deben ser suministrados mediante gabarra en el exterior, al ser mucho mayor el calado de éstos que la profundidad de la bahía.
 

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