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OPINIÓN - SÁBADO, 26 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

¿Existe el trasvase?
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Estaba disfrutando de un baño relajante, con el libro escrito por Frederick Forsyth “El cuarto protocolo” en una mano y un buen vaso de ‘Jack Daniels’ sin hielo en la otra mientras el agua tibia cubre tres cuartas partes de mi cuerpo, no tan lozano como uno quisiera, en una constante caricia.

En primer lugar quiero pedir disculpas a la Compañía de Aguas de la ciudad por el abuso que hago del suministro en este baño que me estoy dando y que disfruto como los ángeles flotan en el cielo, hago caso omiso de sus anuncios. En segundo lugar, pedir las mismas disculpas a los ciudadanos de aquella parte del país que fue mi tierra mientras era un trabajador, un número, más en el sistema. Disculpas para que ellos no se queden “plasmaos” con los colmillos largos al no poder disfrutar del agua como la disfruto yo.

Sin embargo, no creo que tenga que pedir disculpas a nadie por un uso perfectamente legal, mientras lo pague, y desde luego no tengo la culpa de que otros gobiernos autonómicos pongan granos en el culo de esa gente con sus declaraciones extemporáneas sobre trasvases que van y vienen.

Hablando de trasvase, creo que la palabra correcta es transvase, del verbo transvasar, y que refiere el paso de un líquido de un recipiente a otro. Este verbo está correctamente aplicado a mi botella de ‘Jack Daniels’ que transvasa el bourbón a un vaso de cuerpo largo y boca pequeña con un redondo culo plano. Eso que llamamos vaso de tubo, no se equivoquen.

Si lo que pretendemos es dar a entender que “trasvasamos” el agua del Ebro, queremos decir que transvasamos TODO el contenido del río Ebro, incluido los especímenes animales y de floras que contiene el mismo, además de los sedimentos.

La grandilocuencia de la palabra “trasvase”, que insisto es transvase, queda reducida a una mera solución de crucigrama barato si aplicamos al pie de la letra lo que nos enseña nuestro rico, poderoso y tremendo diccionario de la Real Academia Española. Sabemos que la palabra ‘trans’ significa de una parte a otra y la otra, que se pega como una lapa, significa ‘vaso’… o sea que solo podremos emplear la palabra transvase (trasvase para los políticos cascarrabias) cuando escanciamos líquidos en vasos hasta agotar el recipiente contenedor primario. Entendemos como vasos cualquier recipiente que pueda aguantar el líquido sin derramarlo.

No puede ser el caso de los embalses a los que se pretende “trasvasar” el agua del Ebro, por cuanto desparrama el líquido elemento por todas partes, incluida la presa, amén de que un porcentaje apreciable se esfuma en el cielo transformándose en nubes. Eso hace que pìerda el nombre de vaso. Con lo que queda desfigurada la palabra “trasvase”, insisto: transvase.

La conducta de los representantes de los gobiernos autonómicos es casi cómica. Mientras los mandamases valenciano y murciano se muerden los puños de pura envidia, el mandamás aragonés se cree el único propietario del río Ebro, solo porque pasa por Zaragoza ante la basílica del Pilar.

Tenemos que recordarle a ese mandamás baturro que no es el único que mea y cuyo pestilente líquido desemboca en el Ebro a través de las cloacas correspondientes, que reciben esas aguas de las bajantes igualmente correspondientes. Tenemos que recordarle que su “trasvase” personal no es patente de corso. Tenemos que recordarle que el río Ebro no nace, ni se hace, en Aragón. Que las aguas que recibe su Comunidad Autónoma son aguas que soltamos todos los españoles y que las nubes se encargan de “trasvasar” en cumbres borrascosas desde donde descienden las aguas creando fuentes que las “trasvasan” a través de cuencas, que no saben de fronteras, hacía el mar.

¿Quiénes se quejarán cuando use el agua del Ebro en Los Monegros? Yo no, me pillan muy lejos.

Estos planteamientos negativos sobre el transvase ocurren en unos momentos en que no se puede encontrar solución a lo explicable. Si Vds. me entienden, quisiera plantearles un problema a ver si lo resuelven: En un restaurante están comiendo tres amigos, al término piden la cuenta y el camarero les dice que son 30 euros. Cada uno paga 10 euros. Cuando acude a “trasvasar” esa cantidad al dueño del restaurante, éste le dice que son amigos suyos y les hace rebaja cobrándoles 25 euros. El camarero se encuentra en el dilema de devolver 5 euros a los tres clientes; lo resuelve quedándose con 2 euros de auto propina y devolviendo a cada uno 1 euro. Ahora bien, si cada uno pagó 9 euros, entre los tres suman 27 euros a los que le agregamos los 2 euros que se quedó el camarero, lo que hacen 29 euros… ¿Dónde está 1 euro que falta?X
 

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