Me gustaría saber si todos los
empleados de Emvicesa han opositado para ocupar el cargo que
están desempeñando. Sería de mi agrado conocer si en esa
empresa municipal existen personas que en su día tuvieron la
suerte de hacerse con el empleo por medio del dedo poderoso
de cualquier gobernante: fuera éste socialista, popular o
del GIL.
Que conste que yo no tengo nada, líbreme Dios, contra los
trabajadores de la Empresa Municipal de la Vivienda de
Ceuta. Es más, creo que jamás me hubiera referido a ellos de
no haber sido por la postura que han tomado en relación con
el nombramiento de Mustafa Mizzian como posible
asesor del presidente del Consejo de Administración.
Una postura egoísta, a todas luces, y vivida por mí hace ya
bastantes años cuando fui nombrado director de una escuela
de fútbol y supervisor de cuanto acontecía en el interior
del entonces llamado Instituto Municipal de Deportes. En mi
caso, además, reunía todos los requisitos para que se me
adjudicara la plaza. Entre otras razones, porque el concurso
se había hecho a mi medida y no se había podido presentar
nadie. Si alguien lo desea, aunque el asunto apenas goce de
interés por el tiempo ya transcurrido, no tendría el menor
inconveniente en enumerarle las condiciones que me avalaban
para ejercer tales menesteres.
Sin embargo, no faltaron los cuatro o cinco empleados que
pusieron el grito en el cielo. Con la circunstancia
agravante de que todos ellos habían sido colocados por orden
expresa de los políticos que entonces hacían y deshacían en
el Ayuntamiento. En rigor: eran unos pobres diablos.
El ejemplo, aunque haya tenido que hablar de mí, es
necesario para recordar cómo hay personas que, cuando están
afincadas en sus puestos de trabajo, se arrogan derechos
para decidir quiénes pueden acceder a la empresa y quiénes
no.
Una postura que sería normal si ellas hubieran tenido que
opositar o pasar unos exámenes adecuados al respecto. Pero,
salvo excepciones, casi siempre son los enchufados quienes
gritan desaforadamente para mostrar su malestar contra
cualquier decisión de sus superiores. En este caso, los
políticos.
Mizzian es poco agradecido con quienes suelen ayudarle en
momentos claves de su actividad como hombre público. Quede
claro, pues, que no se trata de defender, porque sí, al
dirigente del Partido Demócrata y Social de Ceuta, sino de
expresar nuestra opinión de un hecho que se suele repetir
muchas veces y en muchas empresas parecidas a Emvicesa.
Por tal motivo, insisto: no tendría ningún reparo en ser
puesto al tanto del número de personas que disfrutan de un
empleo en Emvicesa, tras haber tenido la fortuna de ser
recomendadas por el político de turno. Y, desde luego,
tampoco le haría ascos a enterarme de si en algún momento se
favoreció a la esposa del político, que a su vez es
influyente en el sindicato... y tal y tal.
Al grano: Mizzian, aunque guste de apreciar más los sitios
donde suelen tratarle con desprecio, está siendo
recompensado, sin duda, por su lealtad al PP en momentos
cruciales. Y ese comportamiento, cuando el GIL arrasaba, le
concede, al menos, el poder disfrutar de los mismos derechos
que quienes fueron colocados a dedo en Emvicesa. Si acaso
los hubiera.
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