El artista nacido en Tetuán, Younès Rahmoun, ofreció ayer
en el museo de las Murallas Reales el taller Reciclaje
Estético. El tetuaní enseñó a los alumnos del instituto
Clara Campoamor a utilizar materiales desechables, como
botones, hilos o cartones, para hacer obras artísticas y
distribuirlas en un espacio definido. El autor expone además
en el museo su muestra 11, donde relaciona tradición
islámica y modernidad y configura el propio espacio del
museo a través de sus obras y la luz que está presente en
muchas de ellas. Afable y tranquilo, busca reflexionar sobre
su propia espiritualidad a partir de su obra e invitar al
espectador a sumirse en la misma reflexión dentro de la
penumbra de su exposición.
Pregunta.- ¿Qué es lo que que ha querido enseñar a los
jóvenes con este taller?
Respuesta.- Mi intención era sensibilizar a los niños con el
espacio real. Que tengan contacto con la escultura y la
pintura pero siempre en un espacio, enmarcado en un papel o
en el cartón, con unas medidas definidas. También es
importante el estar en un museo, escuchar al artista con sus
obras, como habla de ellas y como habla del espacio en el
que están. Otra cosa relevante es intentar hacer algo
estético con materiales que iban a desechar para que
aprendan el respeto al medio ambiente.
P.- ¿Qué significado tiene el árbol que plantó sobre
tierra acumulada en el suelo que está en el pasillo de la
entrada al museo?
R.- El día de la inauguración hice una performance, con un
vestido especial iba echando tierra para hacer una forma
cónica e hice un agujero en el centro para poder colocar el
árbol. Es algo parecido a una ceremonia, iba dando vueltas
para depositar la tierra en sentido contrario a las agujas
del reloj, cuando me paraba siempre lo hacía orientado hacia
la Meca. Todos estos detalles eran fundamentales. El
significado del árbol es que es un punto de encuentro entre
dos culturas diferentes o dos formas de pensar diferentes.
El pasillo donde está colocado representa, para mí, el
espacio entre Ceuta y Tetuán y las dos entradas son las
puertas de ambas ciudades. Esto es lo que veo yo en la
frontera y mi manera de hablar sobre ello aunque el
significado está muy abierto, se puede hablar de dos
ciudades pero también de dos culturas.
P.- Su obra está llena de referencias religiosas.
R.- Sí, yo soy así y mi obra artística me representa o se
parece a mí. Desde 2001 empecé a buscar más en mi cultura
religiosa. Soy creyente, religioso y practicante, y la
religión me aporta mucha riqueza estética. Busco en sus
materiales, está en los números o en la orientación. Está en
por ejemplo en el color verde o en el cinco, el siete o el
noventa y nueve, a los que cualquier musulmán puede
encontrar un significado. Hay mucho también de la
espiritualidad en general, cojo cosas del Zen oriental, del
budismo, del cristianismo... si encuentro algo, lo adopto
sin problemas. Pero busco sobre todo una lectura universal,
hablar con tu propia cultura pero con un idioma que se puede
entender de diferentes maneras, eso le da más riqueza.
P.- Hay obras suyas que mezclan la estética pop con
elementos de su cultura ¿intenta conjugar modernidad y
tradición?
R.- Es es normal, es humano. De siempre se mira a lo
tradicional para ir hacia delante. Los materiales son
contemporáneos: plásticos, telas o hasta el video. Uso
maneras de hacer arte como el performance pero tomo cosas de
la tradición y de lo que he heredado de mis antepasados.
P.- También le presta mucha atención al espacio dentro de
su obra, sobre todo a través de la luz.
R.- Exactamente, yo he tapado la luz del día para utilizar
la propia luz de las obras. Excepto una obra que tiene un
proyector para iluminarla, las demás tienen su propia luz,
en muchas obras utilizo bombillas y fuentes luminosas. El
espacio también es muy importante, como en todas la
exposiciones he venido, he visto el museo y he pensado en la
configuración. Hay obras que están pensadas específicamente
para este museo.
P.- ¿El espacio que quiere crear es un espacio de
meditación?
R.- Ése, se puede decir, es mi deseo. Es lo que intento,
primero lo hago para mí, para desarrollar mi trabajo y mi
espacio espiritual. Espero que para los demás sirva para
algo parecido.
P.- ¿La idea de la muerte está presente en la exposición?
R.- Con el tema de la muerte empecé en 2002 a raíz de tantos
niños fallecidos en Palestina. Me preguntaba qué puedo hacer
yo como artista, cómo puedo hablar de eso. Opté por
introducir la tela de mortaja la primera vez, en la
exposción hay tres obras que están hechas con la tela de
mortaja blanca. También me expreso con la luz, que
representa para mí el alma, la obra donde hay siete tubos de
neón con la tela de mortaja encima expresa para mí siete
prendas de siete niños que han fallecido. Aunque su
significado es universal, representan a todas la víctimas.
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