De repente entre fines de semana
de sol y de playa, tengo este finde pasado por agua, falta
que hace para enfriar las metes y genio de muchos petardos
que campean por Ceuta. Entre rayos y tormentas, me siento a
escribir historias de antiguamente, se escucha el agua
golpear los bajantes y cornisas. La lluvia salpica el brillo
de los charcos, que cosa mas rara eh…
Recuerdo que se escurre en el cronometro del fin de semana,
y otra vez la vida vuelta a empezar. Me viene a la memoria
como apuraba al maximo esos dias libres DESDE CHIQUILLO,
como disfrutaba de los juegos que tenia con todos los niños
del viejo barrio, era lo que teniamos a nuestro alcance.
Antes habia solo un canal de televisión, rezabamos para que
no se fuera el poste, frase tipica caballa, a que echaran la
serie de Heidi, Marco o la de Mazinger Z,. Al terminar la
sesion de tarde, sacabamos las pistolas compradas en
jugueterías como Crisa o Molina. Haciamos tipo de policias y
ladrones. Nos dabamos de vez en cuando para “el pelo” y
nadie se quejaba. Ese rincón que habia en pleno centro de la
ciudad, el “cine Quemao”, cuarenta niños detrás de una
pelota, pringaba el peor de portero, con todo el barro que
habia detrás de la porteria, cuando llovia.
Esas rabonas y novillos, de tardes de clase particular, con
un saco vacio de esos de patatas bajamos a la playa de la
Peña, la improvisación de una red hacia de almadraba entre
rocas para los despistados peces y cangrejillos, ay que
tiempos cualquiera baja hoy dia a la Peña, con la de
maleantes que hay. Un rincón divino y bendito de los
caballas, dejado de la mano de Dios y nadie hace nada por
recuperarlo. Esos domingos del matinal en el cine Africa,
nos iba a florando un vello por encima de los labios y ese
guiño perdido cuando nos cruzamos la mirada, con la chavala
que te empezaba a gustar, como te latia el corazón en tu
niñez .
En los ultimos tiempos se perdió el romanticismo en los
cines, pasando a las broncas y escandalos de algunos mismos
de siempre. Cuantos sabados bajamos los amigos del colegio,
a esos acantilados del Sarchal, lo que era denominado Carcel
de Mujeres, preparando trampas para coger pichi-michi,
colita rubia y barba rojas, al final solo caian los
gorriones… y con una jaula paquete prestada, te quedabas en
la huerta Pepin que algun sobrante de jilgueros, fuera a
parar a tus manos.
Cuantas veces en el Patio Morales, con algunas escopetas de
plastico, compradas en el rubio en el zoco de la Plaza,
haciamos un improvisado desfile ante las vecinas que
recogian las sabanas blancas de los cordeles del patio. Con
los niños del Recinto, Velarde y Patio Morales, hicimos
epica la película Los Vikingos, muchas madres asomaban los
balcones y ventanas, para regañarnos por que su hijo habia
recibido un palo de esos miticos combates callejeros. Estos
recuerdos lo hablamos los que pasamos los cuarenta, y
sabemos que nuestros hijos ya no podrian recuperar nuestros
juegos de antaño, con los energumenos y maleantes suelto
esta la cosa para dejar los niños diez metros mas lejos de
uno. Se devoran los sesos en la play o la wii, y los
cuarenta canales de tv.
Yo fui Bruce Lee, fui Kirck Douglas, me senti Sandokan al
sol de un sabado por la mañana, todo eso lo he vivido y
muchos caballas como yo se habian refrescado la memoria y lo
que hemos disfrutado y vivido entre calles y barrios los que
somos los autenticos caballas de Ceuta, que no daria yo por
volver a lanzarme entre lianas de arboles de la rocha, como
me bautizaron Chellarám el Tarzan. Y que me quiten lo bailao.
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