El comandante Quevedo disfruta desde ayer de unas
vacaciones “merecidas” después de estar disponible las 24
horas de los 120 días que ha permanecido en Kosovo. Como él,
el resto de mandos y tropa, que el lunes terminaron de
regresar al completo, va a ‘pillar’ unas tres semanas de
asueto laboral. Pero, ¿qué sensaciones, qué regusto deja
atrás una misión en el extranjero? Quevedo fue el último
mando en dar la mano al comandante general, ya que
capitaneaba la cuarta rotación que atracó en la ciudad
autónoma. Quevedo es jefe de personal en la comandancia y
una de sus misiones ha sido la de mantener la moral en la
tropa diariamente. Juan Vivas le ayudó en su labor con una
visita muy agradecida por todos.
Pregunta.- ¿A pocas horas de haber llegado, qué regusto
guarda de su periplo en Kosovo?
Respuesta.- Desde el punto de vista militar siento lo que
dicen las reales ordenanzas, ‘la íntima satisfacción del
deber cumplido’. Yo aquí, en el Cuartel General, soy jefe de
personal, pero me faltaba conocer la gestión de personal en
operaciones. Profesionalmente he aprendido mucho, sobre todo
en los procedimientos OTAN: toda la documentación es en
inglés y la operatividad es diferente. No tener el apoyo de
las familias, nos obliga a los que nos encargamos del
personal a mantener la moral alta. Estamos acostumbrados a
terminar el trabajo y volver a casa, eso hay que suplirlo de
alguna manera y nuestra labor es conseguirlo.
P.- ¿Da tiempo a echar de menos a la familia o lo impide
el día a día?
R.- La familia siempre se echa de menos; te pones a trabajar
muchas veces y piensas en ellos. Hay veces que te da la
sensación de que todo va lento, pero, a la vez, te das
cuenta de que el tiempo pasa rápido, con un horario ocupado
todo el día. El echar de menos a la familia se puede suplir
ahora gracias a los adelantos de la comunicación, como el
‘messenger’ o el ‘sky’. Muchos de nosotros hemos estado
viendo a las familias o teniendo contacto con ellos a
diario. Por eso, no hemos roto del todo y parece que casi
hemos estado juntos. Yo tengo experiencias en Bosnia en el
1997 y en el 2000, cuando había un teléfono para 20.
Entonces era más follón.
P.- ¿Se hacen muchas amistades?
R.- Hemos ido muchos de Ceuta, ya nos conocíamos, aunque
convives más horas de lo que estás habituado. Las horas de
la familia las vives con ellos. ¿Qué pasa? Esto une más y se
fomenta el compañerismo. También es muy típico mantener la
relación con otros países, sobre todo con los italianos,
tanto a nivel de trabajo como personal.
P.- ¿Cómo ha sido el frío?
R.- Ha sido muy intenso. Hemos llegado a una media de 18
grados bajo cero. Pero la base tiene medios muy buenos de
calefacción. Yo lo he notado menos, porque mi trabajo es más
de despacho y la tropa que es la que ha estado fuera lo ha
pasado peor. Quiero recalcar, como llevo tema de personal y
de sanidad, que hemos tenido solamente dos o tres bajas
médicas diarias. Estamos hablando de menos del 1% de toda la
plantilla. El último mes no teníamos bajas. Hablamos de
bajas médicas, ¿eh? -subraya y sonríe-.
P.- Se ha hablado mucho de vuestra relación con la madre
Antusa
R.- El que más relación ha tenido con ella ha sido el
coronel Acevedo. Yo solo he hablado con ella un par de
veces. Es una persona agradable, como una monja aquí.
P.- ¿Por qué mantuvísteis esa relación tan cercana con
esta señora?
R.- Una de las misiones que tenemos en nuestra red de
operaciones son los puntos de interés patrimoniales, que son
los monasterios serbios. Les ofrecemos seguridad y ella es
la madre superiora del monasterio donde vivía ella. También
hemos cubierto sus desplazamientos en viajes.
P.- ¿Cómo es la convivencia entre serbios y kosovares?
R.- Los dos ámbitos culturales que hay son el albanokosovar,
de creencia musulmana; y el serbio, que es más
cristiano-ortodoxo. En cuanto a la relación entre ellos,
desde el punto de vista personal, no he visto que haya
habido una escisión muy fuerte en ese aspecto, por lo menos
en nuestra área de responsabilidad. Cuando hubo la
declaración de independencia, lo celebraron unos y
respetaron otros
P.- ¿No se recrudeció la situación?
R.- En absoluto.
P.- De todas maneras, la región de Istok tampoco está en
una zona muy conflictiva, como pudiera ser Mitrovica.
R.- En la zona de Mitrovica hay mayoría Serbia, muy
focalizada. Allí hay una brigada francesa.
P.- Sí había presencia española en Mitrovica cuando murió
un policía ucraniano.
R.- Coincidió que, como formábamos parte de la compañía de
reserva de Comkafor, estábamos en Mitrovica, pero donde fue
este conflicto nos cogía a nosotros al sur de la ciudad,
custodiando el puente Cambrón. Se veían algaradas y la
tensión, pero no nos afectó demasiado.
P.- Dicen que a los españoles os tratan de manera
diferente y que se sentían seguros con ustedes.
R.- Nos han mostrado su confianza. El español nuestro tiene
un carácter afable y generoso; ya lo hemos demostrado y
reflejamos confianza y seguridad en este tipo de misiones.
P.- ¿Influyó la visita de Juan Vivas y el comandante
general en la moral de la tropa?
R.- Muchísimo. Cuando llegaron tuvimos una cena en el
comedor con ellos. La gente se hizo muchísimas fotografías.
Como anécdota, puedo contar que Vivas llevaba un papel con
los nombres de los militares a los que tenía que dar un
mensaje, entre ellos, a mí. Mi hija, un día antes de que él
viniera, se lo encontró en el barco y le dijo: ‘Presidente,
usted va mañana a Kosovo. ¿Le puede dar esto a mi padre?’. Y
cuando Vivas llegó me reconoció al instante y entregó uno a
uno todos los mensajes. Nos transmitió un apoyo moral
impresionante. Nos agradeció que hubiéramos llevado Ceuta
fuera de nuestra frontera.
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