El programa emitido por la segunda de televisión española,
“el escarabajo verde”, dedicado esta vez a Ceuta, ha
levantado los “ánimos” del Gobierno de la Ciudad, la euforia
de verdes y ecologistas, alimentado las ganas de chinchar de
algunos y, sobre todo, ha hecho pasar a Yolanda Bel uno de
sus peores ratos desde que está en la primera línea política
y, la verdad, no se lo merece, o si, que diría Rajoy.
Es impensable, para empezar, pretender que una ciudad de
poco más de setenta mil habitantes, fronteriza con Marruecos
y con una difícil orografía, pueda por si misma cumplir
todos los compromisos a que está obligada en materia
medioambiental, la más cara sin duda de todas las materias a
gestionar por un gobierno, si se quiere gestionar bien,
naturalmente.
Los municipios de una entidad parecida a la nuestra, que
además no presentan singularidades como las antes citadas,
requieren de fuertes ayudas de sus diputaciones
provinciales, de su comunidad autónoma e incluso del propio
Estado, para dar respuesta a sus necesidades de protección
del medio ambiente, pero Ceuta, tan distinta en todo menos a
la hora de ser criticada, resulta que no tiene Diputación
Provincial a la que acudir a pedir ayuda, porque ella sola
es su propia Provincia, ni Comunidad Autónoma a la que
llamar porque ella sola es su propia Comunidad Autónoma y si
hablamos de llamar al Estado, hagámoslo con tiento para no
molestar a nadie y así, de esta guisa, recibió Ceuta unas
transferencias en materia de medio ambiente que se
materializaron en un guardabosques y poco más, teniendo la
Ciudad que tirar de sus propios recursos y los cada vez más
recortados de Europa en materia de cohesión (que también son
recursos de la Ciudad y no del Estado, no hay que
olvidarlo), para sellar el vertedero de Santa Catalina que
el PSOE nos dejó a todos en herencia cuando nos dotó de
Autonomía (año 1995), modernizar la red de saneamiento, que
parecía que era la misma que hicieron los romanos hace dos
mil años, financiar una planta de transferencia de residuos,
etc., etc.
La condición de casi isla de Ceuta, además de su
inexplicable aislamiento de la ordenación territorial de
España, traen este tipo de consecuencias y la llamada de
atención del programa “el escarabajo verde”, no debería
servir sólo para disparar contra la Consejera de Medio
Ambiente de la Ciudad, quien salvo que dispusiese de cuatro
veces el presupuesto que maneja, se ve absolutamente
desbordada para dar respuestas inmediatas a problemas
crónicos y que sólo se solucionan con muchas dosis de
educación medioambiental entre todos los ciudadanos y muchos
millones de euros.
Puede que tenga su parte de razón quien sólo ha visto en el
Gobierno de la Ciudad una especial atención a la limpieza
viaria, por cierto muy cara según algunos, pero la mano de
la Consejera Bel es de las que apuntan al horizonte y bien a
través de Acemsa, sociedad que preside, bien a través de
contactos con el Ministerio y a través de sus propios
recursos, está trazando planes a corto plazo que tienen que
dar sus frutos en la consecución de los objetivos a que sus
responsabilidades le obligan.
Dicho todo lo anterior, el Gobierno de España, que sería
algo así como nuestra Diputación Provincial o nuestra
Comunidad Autónoma, porque es lo único que nos queda, debe
ayudar solidariamente al Gobierno de la Ciudad, porque le
entregó a este una Ciudad sin ninguna solución
medioambiental, ni para residuos orgánicos, ni para inertes,
ni para reciclaje, ni en materia de saneamiento. Es cierto
que el Ministerio de Medio Ambiente, hoy finiquitado y
subsumido en el de Medio Rural y Marino, ha colaborado con
la Ciudad en materia de abastecimiento de agua y depuración,
con tres obras importantísimas: la reforma de la red de
abastecimiento, la construcción de la estación depuradora de
aguas residuales (aunque aquí la Ciudad aporta su parte) y
la próxima construcción de un nuevo módulo para la
desalación de agua marina y parece que va a colaborar
también en el desarrollo del plan director de saneamiento,
pero todo ello sigue siendo insuficiente para proteger
eficazmente nuestro entorno.
Algo en lo que la Ciudad debería emplearse más a fondo es en
sancionar las conductas que atentan contra el medio ambiente
y en educar más y mejor a nuestras nuevas generaciones y
sobre todo, debería emplearse más a fondo en resolver los
problemas de fondo sin importarle tanto la crítica o la
estética de las cosas. Un programita de media hora no
debería ocupar tanto a nuestros gobernantes, más bien les
debería ocupar lo que el programa cuenta, suponiendo que sea
verdad y, desde luego, no responder a consecuencia de un
programa, sino como consecuencia del trabajo realizado.
Fallo en la comunicación. Un escarabajo ha corrido más.
Felicidades.
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