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OPINIÓN - MARTES, 22 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Manifestaciones improcedentes
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Estos días de viento, lluvia, cambios de ambiente climático, etc. me la juega en determinadas circunstancias. Una de ellas, la de irme a pescar con la esperanza de relajarme aún más, no la he podido realizar precisamente por esos cambios que se suceden en nuestra ciudad. Sólo encuentro cobijo en lugares que me defienden de las inclemencias, ante un buen rioja y una buena tapa.

Mi afición a la pesca viene de tiempos ancestrales, como caballa que soy rodeado de agua marina por todas partes. Si antes lo hacía bajo el agua, ahora por cuestiones de edad y de la poca práctica que me han obligado las circunstancias de la vida, no me atrevo a espaldarme las botellas de aire y sumergirme en el fondo marino para proseguir aquella interrumpida aventura submarina de cazar, que no pescar, la vida del mar a través de mi Canon. Hoy y ahora me contento con unas cañas y sus correspondientes carretes de sedal para pescar a ciegas, sin poder apuntar eficazmente el teleobjetivo y usar los carretes de celuloide.

Ya se que cuando se aprende a montar en bicicleta ya sabes montarla para el resto de tu vida, no es lo mismo que cuando ya sabes bucear lo sea el resto de tu vida si has estado mucho tiempo sin practicar el buceo. No significa que desconozca el tema, pero no es para tomárselo a broma… menos aún si tengo los tejidos tan blandos como para que al salir me metan en la cámara hiperbárica cada vez que me sumerja en las circunstancias personales actuales. Me dan escalofríos pensar estas cosas.

Cambiando de tema, no me voy a pasar todo el tiempo hablando de uno, vayamos a analizar la situación en Ceuta de los intranquilos acerca de la supuesta reducción de tropas. Me ha chocado bastante, la verdad, que una reducida representación de los familiares de mandos militares destacados en la ciudad se avengan a manifestarse sin motivo aparente. No veo claro que cada vez que suenen rumores, que no tambores, la gente se lo tome tan a pecho que a veces rozan el más tremendo ridículo.

Solo los que tienen una ambición de intereses personales son capaces de efectuar manifestaciones improcedentes dentro de la norma establecida, de ahí a unos conatos de rebelión sólo hay un paso y eso no es lo que se merece nuestra ciudad hoy en día. Si bien los militares no se manifiestan por sí mismos, la delegación de sus quejas en sus familiares conlleva el uso y el abuso de unas condiciones que no les pertenecen en absoluto.

Las decisiones de los mandos acerca de cualquier situación son inapelables para los mandados y aprovechar de unos familiares y allegados para expresar sus quejas no es de recibo, toda vez que esos mismos familiares y allegados abusan de una situación y una posición gracias a la dedicación de los representantes de nuestro ejército y ello conlleva que deben total sumisión a las órdenes que emanen de sus superiores por parte de esos mismos representantes del ejército, por lo que no es de atención la situación sobre la que creen tener derecho sus familiares.

Lo que me avergüenza, en realidad, es la posición que toman nuestras autoridades políticas locales sobre el tema. No veo ninguna utilidad que nuestros representantes políticos se vayan a Madrid para presentar alegaciones y llevar una cartera con peticiones fuera de contexto. Como tampoco es de recibo que los representantes de los peperos ceutíes en el Congreso y en el Senado vayan diciendo que representan a todo el pueblo de Ceuta… ni hablar del peluquín. Yo no me considero representado por los peperos de ninguna de las maneras. Yo no he dado mi voto a los peperos ni quiero que hablen, protesten o critiquen en mi nombre. ¿Está claro?, y como yo, creo que habrán muchos ceutíes que opinen igual. Ya dedicaré una exclusiva opinión sobre este tema.

Sería muy mala cosa que las autoridades de Ceuta, en lo político, se vean presionadas por los militares y encaminen sus pasos fuera de toda lógica reglamentada, con el único objeto de favorecer a unos y otros de cualquier manera. Ello puede o no tener el nombre de rebelión camuflada, pero no es un buen camino el emprendido por las autoridades de nuestra ciudad.

Nosotros, los ciudadanos españoles, no queremos que el Ejército se incomode y entre en política. Por tanto es lógico que los políticos no se metan en procedimientos que sólo corresponden al Ejército y sus mandos. Esas actitudes de los peperos sobrepasan, en mucho, las directrices que emanan de nuestra Constitución y de nuestra democracia… contar con la élite de nuestro Ejército para sus banquetes, actos culturales, deportivos y sociales –verdadero fondo de esas quejas- no es de recibo. Menos aún cuando las tropas y los propios ciudadanos son ninguneados.
 

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