Este fue el primer año que no pude
asistir a las “Jornadas de Geopolítica” organizadas, al
alimón, por la UNED y la Comandancia General de Ceuta, aun
cuando trataban como siempre un tema de máxima actualidad
del que en ésta columna alguna vez me ocupé. El pasado 26 de
diciembre y después de la visita de los presidentes de
Australia (Rudd), Italia (Prodi) y Francia (Sarkozy) a las
tropas occidentales desplegadas en Afganistán, escribía de
forma taxativa que “teníamos que ganar la guerra” (empecemos
a llamar a las cosas por su nombre), preguntándome acto
seguido si estábamos allí actuando junto a nuestros aliados
de la forma correcta y con los medios materiales y humanos
necesarios. Recuerde el lector que, solo desde el punto de
vista militar, las mismas tropas británicas llegaron en
alguna ocasión a quedarse casi sin municiones en pleno
combate. ¿Cuentan nuestros soldados con la formación
doctrinal y la logística necesaria…?. Mi respuesta era (y
es) también diáfana: no. Aun no he podido echarle una ojeada
a las ponencias presentadas estos días en la UNED, pero sí
me atrevo a cuestionar que “Afganistán: la gran apuesta de
Occidente” como se titulaba el encuentro, corre el riesgo de
convertirse en un fracaso y una equívoca muestra más de
nuestro actual talante, preludio de un perceptible declinar
civilizacional. Si queremos ganar, estabilizar al pueblo
afgano y mandar un claro mensaje a nuestros enemigos (que
están a la espera de emboscarnos un Rocroy, un Annual o un
Dien-Bien-Fu…), es el momento de soltar sin complejos y con
una inapelable contundencia todo un combinado arsenal de
respuestas: políticas, económicas y, por supuesto,
militares. ¿Está Occidente dispuesto a ello?. Vuelvo a
responder alto y claro: no. Recuerdo (y sugiero al lector)
la visión de la película “Leones por Corderos”, genialmente
interpretada por tres “clásicos” (Robert Redfor, que además
hace de director, Meryl Streep y Tom Cruise) junto a dos
jóvenes actores (Michael Peña y Derek Luke), enmarcada en
esa sana tradición autocrítica del cine liberal
norteamericano en la que se ponen al desnudo y sin tapujos
las ambiciones y las ineptitudes políticas de los
mandatarios estadounidenses y su cohorte de uniformados “seguidistas”,
en este caso en el enconado conflicto afgano. El título está
inspirado en una célebre frase de un alto oficial alemán
durante la I Guerra Mundial, en referencia a la valentía de
los soldados británicos en abierto contraste con la criminal
cobardía de sus superiores: “Nunca leones como éstos
tuvieron por líderes a semejantes corderos”. En este
contexto doy por bienvenida la sorpresiva visita de la nueva
titular de Defensa, Carmen Chacón, al contingente español
(780 efectivos, integrados en la misión ISAF de la OTAN) en
Herat. La ministra ha estado rápida de reflejos a solo cinco
días de su toma de posesión para, con su embarazo a cuestas,
volar más de 6.000 kilómetros en ocho horas yendo a ver por
sí misma como está la situación. Ahora están por ver dos
cosas: lo que le cuentan… y los planes del nuevo Gobierno de
Rodríguez Zapatero cara a nuestro tímido despliegue en la
región, porque nuestros aliados llevan pidiendo más
militares y su operatividad en zonas de combate, condiciones
que el propio Zapatero ha rechazado reiteradamente.
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