Estamos hasta la saciedad de
exponer nuestras quejas por los servicios que nos vienen
prestando las empresas navieras que operan en el trayecto
Ceuta-Algeciras-Ceuta, quejas que quedan expuestas no ya
solo por quienes nos dedicamos de una u otra forma a
rellenar folios que luego se plasman en letras impresas en
los diarios de información escritos, sino también por las
cartas al director, las notas de prensa de las Asociaciones
de Consumidores y Usuarios, la Plataforma Motera de Ceuta,
la misma Consejería de Sanidad y Consumo, los editoriales de
prensa, o sea, toda una gama de denuncias por los
despropósitos con que nos “obsequian” las citadas compañías
(y generalizamos porque, después de más de sesenta años
viajando en este medio, nos ha pasado de todo: desde
dejarnos “tirados” con esposa y seis hijos en un coche
porque no había plazas para automóviles (al dejar el coche
en un garaje y volver al navío con pasaje sin vehículo hemos
comprobado como en el habitáculo para el transporte de
automóviles quedaba espacio para mas de veinte coches,
obligándosenos a tener que viajar al día siguiente a recoger
el vehículo, aparte de los trastornos laborales que ello
conllevaba).
El pasado domingo, sin ir más lejos, se suspende la salida
de las cinco de la tarde, sin previo aviso ni mas
explicación que “el servicio queda suspendido”. En
ocasiones, disponiendo de un billete de la Clase Club, le
indican a su titular que no hay plazas en dicha clase, por
lo que, aun habiendo pagado el incremento para disponer de
esta mejora en el viaje, hay que conformarse con buscarse
una butaca donde se pueda sin que, quizás por haber existido
overbooking, no se disponga de asiento y se tenga que hacer
la travesía de pié y “tirando” de niños pequeños. En otra
ocasión, estando mas de tres horas la embarcación “al pairo”
por una avería eléctrica, hubo que recurrirse a increpar,
sino con dureza sin con severidad, a la azafata para que se
informara al pasaje de las causas que estaban provocado esa
parada en medio del Estrecho con un fuerte temporal de
Levante, indicándosenos entonces lo de la avería eléctrica.
Comentaba el otro día nuestro compañero de ventana en este
diario y también amigo José Antonio Carretero que las
navieras que operan en la línea marítima más cara del mundo,
según dicen, en el último mes y medio han cancelado más de
cincuenta salidas y no tenemos más remedio que preguntarnos
si la Administración no puede obligar a las mismas, como por
ejemplo hace con la RENFE, a que establezca como condición
sine qua non el que “salvo por causa de fuerza mayor, el
viajero afectado por cancelación, interrupción o retraso del
viaje, tenga derecho a recibir la indemnización
correspondiente“ o aquella otra de que “cuando un viajero
fuera informado de la cancelación del viaje en las cuatro
horas previas a la fijación para su inicio, tendrá derecho,
además, a una indemnización a cargo de la RENFE consistente
en el doble del importe del título del transporte”. Antes al
contrario, las navieras penalizan al viajero que trate de
anular o aplazar su billete, pero compensaciones por los
gastos, trastornos o perjuicios ocasionados como
consecuencia de retrasos, suspensiones o cancelaciones,
ningunas. Están, pues, mas que justificadas las numerosas
quejas pero, como se puede comprobar, todas caen en saco
roto o en papeleras cuyo único destino es vertedero
correspondiente.
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