A Mohamed Alí le ha
sentado como un tiro el que Mustafa Mizzian haya sido
nombrado asesor del Consejo de Administración de Emvicesa. Y
no ha dudado lo más mínimo en largar contra esa decisión
tomada por el Gobierno que preside Juan Vivas.
Alí estaba esperando con verdaderos deseos que se produjera
el hecho para denunciar que el premio otorgado a Mizzian es
debido al cumplimiento de un pacto encubierto entre
populares y el dirigente del PDSC, por haber puesto éste
todo su empeño, durante las últimas elecciones autonómicas,
en tratar de quitarle votos a la UDCE.
A mí me parece muy bien que MA defienda a muerte los
territorios donde él tiene mayor número de votantes. Y hasta
comprendo que vea en Mizzian al adversario capaz de ir
ganando afines para la causa del PP en zonas donde priman
las simpatías por la coalición UDCE-IU. Ya que el hombre del
PDSC cuenta todavía con el favor de muchos funcionarios del
Ayuntamiento. Y es así, sin duda, porque cuando estaba en el
machito nunca dejó con el trasero al aire a los técnicos y
supo darle a cada cual el sitio correspondiente.
De ahí que no sea infundado el temor de quien lidera la
oposición. Ya que el clientelismo, por muy fiel que sea,
acaba cambiándose de chaqueta, según las contraprestaciones
que reciba a cambio. Y ello es algo que Alí, que es más
listo que el más listo de los leperos, se sabe de memoria.
De ahí que a partir de ahora la tomará con Mizzian todos los
días y fiestas de guardar.
No obstante, en momentos donde a Mizzian han comenzado a
zurrarle la badana, y lo que te rondaré, morena, es de
justicia recordar que la prebenda que le ha sido concedida
se la tenía ganada desde hace muchísimo tiempo. De cuando el
GIL ganó las elecciones y necesitaba para gobernar el
beneplácito de Chaib y de Mizzian. Quienes, con un
sentido enorme del deber y de apego por la ciudad, dijeron
no a los gilistas, despreciando grandes sumas de dinero, y
poniéndose a disposición del PP.
Con aquella acción tan desinteresada –calcada a la
colaboración que viene manteniendo el propio Alí, desde hace
un tiempo, con los socialistas y la Delegación del
Gobierno-, el PDSC consiguió frenar los ímpetus
avasalladores de un GIL que tenía todas las trazas de poder
eternizarse en la Asamblea de la Ciudad. Cierto, y son
momentos para repetirme, que semejante desprendimiento de
Chaib y Mizzian les costó ser perseguidos, acusados y
condenados en su día. Como consecuencia de haberse excedido
ambos en la defensa de la ciudad, cuando la gente estaba
adormecida por la demagogia de un partido que, carente de
escrúpulos, se había hecho con los mandos para desvalijar
las arcas del municipio.
Los políticos del PSDC pecaron, cómo no, de inexperiencia.
Se dejaron llevar por la vehemencia y sobre todo por el
deseo manifiesto de hacer patente su lealtad al pacto que
habían suscrito con los populares. Pues bien, de aquella
época, en la cual sólo un medio y tres o cuatro personas se
opusieron tenazmente al Gil, todavía ha de prevalecer el
recuerdo de quienes arriesgaron lo indecible, cual
políticos, con el único fin de que Antonio Sampietro
saliera de naja.
Por consiguiente, a mí no me cabe otra cosa que expresar mi
satisfacción por el nombramiento de Mustafa Mizzian como
asesor. ¿Pasa algo?...
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