La publicación de un altercado a
las afueras del Instituto Siete Colinas protagonizado por un
par de alumnos del centro y en horario lectivo ha sido la
gota que ha colmado el vaso de la paciencia de una situación
latente y enconada que enfrentaba al claustro, con su
directora al frente, con trabajadores del centro cuya
función son las propias de conserje.
La trifulca en el exterior del Instituto disparó las
alarmas. ¿Qué hacían dos alumnos [menores] en la calle
cuando su lugar debe ser el interior de las instalaciones?.
La polémica se cierne en la cuestión de la responsabilidad
de abrir o cerrar las puertas. Según la Dirección y el
claustro esta labor corresponde a los conserjes quienes son
los que deben velar porque los alumnos cumplan con rigor lo
estipulado en la normativa interna del centro en cuanto a
las salidas y entradas de los estudiantes.
En cualquier caso, esta situación no es nueva. Las tensiones
parecen ser evidentes en la vida diaria de un instituto que,
pese a todo, se encuentra operativo y bien organizado en el
resto de responsabilidades inherentes del centro educativo.
La intervención de la Dirección Provincial deberá poner paz
a una situación que se ha complicado y que, de momento, se
ha visto desbordada como consecuencia del lamentable suceso
del pasado día. Probablemente, lo sucedido, es decir, la
pelea entre dos adolescentes ha sido un mal menor
[solventado con sendos expedientes a los ‘luchadores
adolescentes’] en comparación con otros acontecimientos más
graves e, incluso, irremediables que pudieran haberse
producido. ¿La solución?, la está tomando el Ministerio. Es
impensable e inadmisible que los padres cedan la custodia de
sus hijos menores a un centro durante la jornada escolar y
que por motivos de actitudes intransigentes de evidente
grado de irresponsabilidad, se ponga en peligro a los
menores que son, por definifición, menos responsables de
actos y/o actitudes irracionales.
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