Por desgracia, los fieles de la asociación religiosa Abu
Bakr y, por extensión, los vecinos de la barriada Vicedo
Martínez, donde se encuentra enclavada, parecen haberse
hecho, a la fuerza, expertos en el noble arte de la
paciencia y la espera. El vecindario se organiza con
increíble calma para entrar y salir de una zona con una sola
calle y un solo sentido. Espera desde hace años con
sorprendente tranquilidad que le construyan el nuevo vial
que permita oxigenar el área y transitar por su barrio como
cualquier otra. Soporta con comprensión inaudita y una
sonrisa al periodista. Aguarda con confianza que este año,
por fin, puedan iniciarse las obras de renovción de su
mezquita, ubicada en la calle Chile, 16 desde 1951, cuando
Sidi Abdelhay Al Kaderi, juez del Registro Civil de Tetuán,
encabezó a instancias de varios fieles de Kaderia la compra
de un local (una casa de una familia no musulmana) para
utilizarla como Zauia [un espacio de valor religioso, pero
no equiparable al de una mezquita].
El caso es que, años cincuenta, cruenta posguerra, esa Zauia
creció en prestigio y popularidad entre la comunidad
musulmana de la zona gracias a la organización de noches de
lectura del Corán y a su generosidad para con los más
necesitados, característica de un vecindario originario en
su inmensa mayoría de Tafarsit que hasta los años noventa se
mantuvo, y aún hoy, estrechamente ligado al comercio.
Su prosperidad se ´conservó incólume hasta los años ochenta,
cuando la comunidad de fieles (1986) decidió ampliar su
lugar de rezos con la compra de dos habitaciones anexas.
En 1996, el comerciante ceutí Abdeslam El-Akhjdar ‘El
santo’, cuyo apodo dice todo de la obra social que dejó en
la ciudad, según destaca el presidente de la asociación
cultural, Karim Ali Ahmed, y el representante de la UCIDCE,
Laarbi Maateis, compró el local para donarlo directamente
vía contrato privado a los vecinos para que pasease a
utilizarse como mezquita.
Posteriormente la comunidad creó la asociación cultural Abu
Bakr, que fue inscrita como corresponde ante la Dirección
General de Asuntos Religiosos en septiembre de 2006.
Actualmente, plagada de humedades la sala de rezos, el
colectivo tiene el proyecto de demoler la mezquita actual y
construir un nuevo templo de dos plantas y media de altura
que permita no sólo habilitar un espacio digno como vivienda
para sus imames, que llevan 30 años en la asociación, sino
también para reforzar el papel “cívico y religioso” que
juega en la barriada en forma de clases de árabe y enseñanza
coránica, entre otras actividades.
Para poner en marcha ese ambicioso proyecto la asociación
cultural estima que necesitaría “unos 180.000 euros”, parte
de los cuales espera que los aporte la Ciudad Autonoma.
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