He acudido al Registro Civil de
Mataró para resolver unos papeles del entorno familiar y
pude constatar en persona la serie de errores que acumulan
los funcionarios del mismo. Unos originales que entregamos,
hará un mes, no aparecían en el expediente y ello hizo que
los funcionarios volvieran a emitir una citación exigiéndome
esos papeles para proseguir el expediente.
En el Registro Civil de Mataró hay siempre, cada día en que
está abierto, una impresionante cola compuesta en su mayoría
por inmigrantes en busca de algo con qué aferrarse a la
tierra de acogida o para inscribir un hijo, la mayoría, como
español y pude constatar que los inmigrantes llevan el
record de paridas, muy superior al de los indígenas
catalanes, con tantos hijos encima que ya voy creyendo nos
superará de aquí a pocos años.
Ya personado en el correspondiente mostrador y con mi
correspondiente número de turno, espeto a la funcionaria que
me atiende qué cómo es posible que no encuentren un
documento que entregamos personalmente. Se disculpa y vuelve
al interior de la oficina. Quince interminables minutos
después vuelve a acercarse al mostrador con otra carpeta de
otro expediente… una compañera suya había abierto otro
expediente con los documentos que entregamos. Así, ¡sólo
para mí, tengo dos expedientes distintos para el mismo
asunto!
¿Falla aquí el Sistema?, rotundamente NO, falla la persona y
de manera caótica, por cuanto al existir un expediente
abierto por determinado motivo, no es menester abrir un
nuevo expediente con su correspondiente número de registro,
porque de esa forma estarían incoando dos expedientes
distintos para la misma causa.
Por eso y otros muchos casos de los que he sido testigo, no
puedo ni debo estar de acuerdo con esa declaración de
principios de los sindicatos representativos de los
funcionarios de Justicia acerca de que “… los errores
judiciales han sido fallos del sistema y no de las
personas.” Los errores judiciales provienen, en la mayoría
de los casos, de las personas inmersas en el marasmo
administrativo de las oficinas judiciales y del Registro
Civil y ello conlleva que muchos condenados por sentencias
firmes sigan en la calle.
En el caso de la niña onubense, Mari Luz, no se entiende
cómo un reo juzgado y condenado no sea inmediatamente
ingresado en prisión, segundos después de leérsele la
sentencia. El juez no es quién tiene que acercarse al reo
para esposarlo y conducirlo a la cárcel. ¿O sí?
Para que falle el Sistema tiene que haber errores
inconmensurables en las leyes, actuaciones graves de
prevaricación, desidias manifiestas de los jueces… y eso no
ocurre, salvo en contadísimos casos, en nuestro país. Aquí
no existe una mafia de empresarios que obligue a imponer al
juez amigo. Eso ocurre en los EE.UU, no aquí.
Por otro lado no se está buscando una cabeza de turco para
silenciar otro tipo de responsabilidades. Más dedicación al
trabajo y menos dedicarse al ocio en horas laborales; menos
cotilleo entre funcionarios y más atención al público… eso
es lo que falla y no solo en Justicia, sino en casi todos
los sitios donde la función pública tiene presencia.
Los políticos que suelen tocar los bajos a la Justicia duran
muy poco, no pueden inmiscuirse en asuntos ajenos a su
cometido y está bien diferenciada la línea que marca lo que
corresponde a cada cual. Por ello, me hace gracia que ahora
los sindicatos de funcionarios judiciales achaquen la culpa
de que el pederasta asesino esté en la calle a los
políticos… ¿No te jode?
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