Está claro que la unión hace la
fuerza. Esto es un dicho cuya aplicación de verdad debería
ser de perogrullo, pero también es cierto que en el caso
concreto de Ceuta y Melilla, aún existiendo múltiples
argumentos comunes, no deja de ser verdad -por otra parte-
que son dos realidades con características distintas.
Esta evidencia, llevada a la práctica, puede provocar cierta
desazón entre quienes consideran que Ceuta y Melilla deben
ser un frente común en cualesquiera circunstancias. Sin
embargo, con motivo de los acuerdos Ciudad-Estado, quedó en
evidencia que esta relación de intereses compartidos puede
tener pequeños poros que no deberían dificultar el
compromiso de caminar juntos y no hacerlo solos.
Atendiendo a la comprensión, es efectivamente comprensible
el desaliento que le produjo a Imbroda el que Vivas firmara
con el MAP los acuerdos que Melilla se negaba a rubricar al
considerarlos “mínimos”. Pero el viejo juego del ‘divide y
vencerás’ practicado desde sedes socialistas valorando a un
mandatario (Vivas) y criticando a otro (Imbroda) ha tenido
su momento de éxito; sin embargo, la cruda realidad de la
incertidumbre permanente, ha conseguido que nuevamente Vivas
e Imbroda escenifiquen su unión públicamente. Lo harán en
Madrid con los parlamentarios de Ceuta y de Melilla como
testigos. El famoso Plan de Transformación del Ejército que
lleva en marcha el Gobierno de la nación, a través del
Ministerio de Defensa, ha logrado que ambos presidentes
vuelvan a mostrarse unidos, aunque cada uno de ellos con sus
peculiaridades y forma de actuar. Piden explicaciones y más
claridad en las respuestas oficiales.
En cualquier caso, el Gobierno socialista recién inaugurado
ya tiene, nada más empezar, cuatro autonomías muy enfadadas;
las cuatro gobernadas por el PP. Murcia y Valencia se unen
por el desaire del ‘trasvase’ del Ebro a Cataluña y Ceuta y
Melilla por el desaire de otro ‘trasvase’, el de militares a
la península.
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