Y eso es lo peor de todo, el silencio, un silencio que
abruma a las familias de los posibles afectados y que obliga
y fuerza a Vivas a seguir pidiendo información.
Lo peor en la gestión de cualquier asunto público es la
niebla y si es espesa pues peor, porque desata todo tipo de
miedos y de conductas imprudentes y de la espesura que
envuelve el asunto que nos ocupa sólo hay un culpable: el
Gobierno.
No es excusa el relevo en la cúpula del Ministerio de
Defensa, por cuanto el asunto no es del todo nuevo a pesar
de la vorágine que se ha desatado en los últimos días. Y es
que hace ya un año se anunció la reorganización de
determinadas unidades, si bien no se concretó como parece
que se pretende ahora, pero todo llega, pero podía haber
llegado como tenía que llegar.
Tenemos unas fuerzas armadas magníficas, modernas,
disciplinadas y ejecutando de sobresaliente misiones
complicadas en diferentes partes del planeta. Hoy en día, el
militar de carrera ya no se parece en nada a los integrantes
de aquel estamento militar de la primera mitad del siglo XX.
Es un militar homologado a sus compañeros de armas de la
OTAN, preparado no sólo en su arma y en los conocimientos
técnicos de su especialidad, sino en relaciones humanas,
idiomas y un vasto etc. de capacidades, que desempeña su
función con profesionalidad pero sin menoscabo de la pasión
y el amor jurado a su patria y a su bandera y que está
dispuesto en cualquier momento para defender a sus
compatriotas cuando la ocasión y las órdenes lo requieran.
Sin embargo no puede defenderse a si mismo y, al estilo de
lo que ocurre en países no comparables al nuestro, han de
ser sus familiares quienes encabecen la manifestación y
esto, es un indudable déficit democrático se mire por donde
se mire.
El integrante de un ejército es algo más que un robot
vestido de uniforme que responde automáticamente a la voz de
mando y lo que se resiente cuando recibe una instrucción mal
o nada explicada, es su familia, su esposo o esposa, sus
hijos y además debe guardar silencio, a pesar de tener a lo
mejor la cabeza bastante mejor amueblada que quien da la
orden.
Si quienes se pasan la vida defendiéndonos a los demás,
llegado un caso como este, no pueden defenderse a si mismos,
parece de justicia que reciban el calor y el apoyo del resto
de la sociedad, que debe devolverles algo de lo que ellos
nos dan permanentemente, porque no debemos olvidar que lo
suyo es algo más que una profesión: es una forma de vida en
la que implican a toda su familia, con las cargas que ello
conlleva.
Algo se está larvando en el seno de nuestras fuerzas
armadas, cuando la protesta, aunque sea sorda, se nota con
fuerza, sobre todo si echamos la vista atrás y comprobamos
como hace no mucho tiempo, ante situaciones similares ningún
ruido se asomaba. Y no quisiéramos que se nos mal
interpretara, porque no nos referimos a nada que tenga que
ver con indisciplina o cualquier cosa peor, sino con algo
mucho mejor, que tiene que ver con la necesidad de
modernizar también, además de los equipos, el método de
defensa de los intereses de un soldado, como ya va
ocurriendo con la guardia civil y como ocurre entre los
ejércitos de los países más modernos, porque ser español es
más grande que ser militar y no parece propio que a algunos
españoles se les trate con tanta displicencia, palabra esta
que aún pareciéndose a disciplina no tiene nada que ver.
Muy bien Vivas, que sigue pidiendo información eludiendo la
deslealtad institucional. Información que afecta a la vida
de muchos de sus conciudadanos y a una parte importante de
la actividad económica de Ceuta, lo cual nos afecta a todos.
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