Hace un par de días, yo que de
ordinario no veo la televisión, en uno de esos ratos que uno
no tiene qué hacer, sintonicé la Primera de TVE y en esos
momentos estaba en pantalla Jordi Pujol.
El ex honorable de Cataluña, que no tiene un pelo de tonto y
que en los años que estuvo al frente de la Generalitat
dominó más que bien su terreno, hablaba precisamente de esa
cultura del NO, que con tanta frecuencia se vive en nuestros
días.
Y algo que, en teoría, debiera considerarse como nefasto él
lo atenuaba y lo tildaba de bueno y además de democrático:”
es bueno y democrático poder decir NO, porque frente a eso
también se puede decir SI, en otras ocasiones”.
Él, cuando pronunciaba estas palabras, estaba pensando en el
problema del agua para Cataluña y en esa disparidad de
criterios que hay y ha habido entre las corrientes
políticas, en las que lo que unos dan como bueno, o al menos
aceptable, los contrarios lo consideran perjudicial, se
oponen a ello y dejan pasar el tiempo sin que el verdadero
problema se haya solucionado.
Jordi Pujol que, en tantos años al frente de la Generalitat,
tuvo que frecuentar la Moncloa en la que estuvieron Adolfo
Suárez, Felipe González y José María Aznar, no habló mal de
ninguno de ellos, pero de Suárez llegó a decir que todavía
no ha recibido el homenaje que España le debe.
Sobre González decía que comenzó con serios enfrentamientos
entre ambos y que al final habían terminado bien, mientras
que de Aznar dijo que habían empezado muy bien y terminaron
sólo regular.
Está claro que en todos esos contactos y en todas las
apreciaciones del que fue honorable, estaba en juego el
término solidaridad al que con tanta frecuencia se alude en
el mundo que hoy vivimos y que tanto los políticos como
ciertas “ongs” citan a cada paso.
Aquí también el catalán, que antepone su catalanidad a su
propia esposa, nos daba una lección de saber negociar,
cuando no se tiene nada y se quiere conseguir cualquier
cosa:”La solidaridad hay que aplicarla con lo ajeno, no con
lo propio”. Con más rotundidad no se puede hablar de un
término tan extendido, al que tildó de “ser una hipocresía”.
Con pocas palabras enlazaba esa cultura del NO, con la
verborrea política en la época de elecciones, y como él,
repito, se declaró catalanista, por encima de todo, no podía
por menos de mandar un mensaje, perfectamente cifrado, al
Gobierno de España. Seguía con el asunto o con el problema
del agua en Cataluña:” La obligación de resolver los
problemas es del Gobierno Central, puesto que el Gobierno
Central es el Gobierno de todos los españoles”.
Me alegró oír esto al ex honorable, lo que no me agrada
tanto es que exculpe, como exculpó, “porque son una
minoría”, a los que queman las banderas de España, o a esos
mismos que queman las fotos del Jefe del Estado. A eso,
parece que, no le daba él demasiada importancia, y es que
aquí cada uno se dirige hacia donde más puede sacar, o lo
que es lo mismo :”uno es partidario de lo suyo”, en este
caso Cataluña y “lo 2º es su familia que no es precisamente
lo mejor”.
Un político de renombre puede hacer encaje de bolillos con
sus palabras, aunque sea defendiendo, a su manera, la
cultura del NO, o condenándola según vengan los aires. Todo
un catalán.
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