La encrucijada es el título de una
copla que ha sido cantada magistralmente por Marifé de
Triana y que ha vuelto a remontar el vuelo gracias a
cómo la interpretó Erika: una concursante, nacida en
la Línea de la Concepción, de Se llama Copla. Creo
conveniente recordar, porque viene a cuento, que la copla
fue, en aquellos terribles años cuarenta, donde todo era
oscuridad, muy necesaria para que se olvidase la tragedia
pasada y las gentes se centraran solamente en los dolorosos
momentos que vivían como resultado de una España partida en
dos por culpa de las intransigencias de un bando y de otro.
Juan Vivas, durante su mandato más complicado, trata
por todos los medios de cumplir con su papel de presidente
de todos los ceutíes, y sin embargo hay dos bandos que están
procurando con todos los medios a su alcance colocarlo en
una situación difícil en la que no sepa qué conducta seguir.
Lo cual es una auténtica encrucijada.
Se veía venir, y así se lo anticipé el verano pasado a
Vivas, que había personas emboscadas que estaban ansiosas
por encontrar motivos para tirarle a degüello. Con único fin
de causarle inquietud y de esa manera preocuparle de forma
que cada mañana se echara abajo de la cama más atento a ver
qué podrían haberle dicho en los medios que de solucionar
los problemas de cada día.
Y de paso, pues es el resultado de la intranquilidad,
hacerle perder la alegría y, por encima de cualquier otra
cosa, acabar con su más que reconocido buen talante y la
moderación con que afronta el presidente todos los
problemas. En realidad, sus enemigos saben que cualquier
persona que se levanta malhumorada termina volviendo a la
cama con el mismo cabreo o aumentado.
Horadarle por sistema a Juan Vivas su forma de ser, sujeta
como él bien dice al convencionalismo con que ha forjado su
personalidad, es la mejor manera de irle aburriendo. Una
estrategia que si bien puede ser satisfactoria, en algún
momento, para sus más encarnizados adversarios, causará
mucho más daño de lo que ellos piensan a Ceuta. Una ciudad
necesitada, como todas, aunque ésta más, por su
idiosincracia, de calma ante circunstancias tenidas por
adversas para sus ciudadanos. Sean de la clase social que
sean.
Con la más que manoseada ya discusión entre partes por la
posible reducción de tropas, lo que faltaba para colmar el
vaso de los despropósitos es que al presidente de la Ciudad
le atizaran ambos contendientes en una disputa que está
tomando tintes de riña callejera. Usando, además, Al
Ejército, una institución a la que se le debe todo el
respeto posible, que nunca sumisión añeja, como arma
arrojadiza para airear los rivales sus enemistades, sus
inquinas, y sus deseos de seguir contando con la fidelidad
de unos votantes fieles.
Innecesarias, por imprudentes e injustas, las declaraciones
de Carracao arremetiendo contra Vivas, cumpliendo su
papel de portavoz del PSOE. Pues nunca antes la mesura del
presidente ha sido tan clara y acertada. Y mucho peor, por
ser más grave, es la carta abierta que le han enviado los
familiares de los militares que tuvieron a bien manifestarse
durante el arriado de bandera. Si el enemigo dispara, malo;
pero si disparan también los propios, dirigidos por
senadores de la misma cuerda, es para que Vivas se percate
de que está en un cruce de caminos peligroso.
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