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OPINIÓN - JUEVES, 10 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / LAS NOTAS DEL QUIM

Casi la hecatombe
 


Quim Sarriá
quimsarria@elpueblodeceuta.com

 

Con la llegada del buen tiempo, adentrada la primavera, acostumbraba a salir los fines de semana a la costa levantina iniciando el periplo por el Delta del Ebro, en uno de los pueblos, L’Ampolla, acostumbraba a veranear largas temporadas.

L’Ampolla (La Botella, en catalán) era un pueblecito de pescadores, dependiente del municipio de El Perelló, con menos de 1.000 habitantes cuando comencé mis estancias veraniegas en el mismo. Disponía de un puerto pesquero pequeño y característico de aquellos tiempos iníciales de mi permanencia en Catalunya. Podía decirse que era un pueblo virgen, en referencia al turismo, y en cuya bahía de San Jorge, hoy Sant Jordi, nos bañábamos diariamente en aguas tranquilas y poco profundas.

Hoy en día ese pueblecito es todo un centro turístico de primer orden, con hoteles y zonas residenciales temporales que han acabado con aquella maravilla de pueblo de pescadores. La especulación inmobiliaria derribó la única característica válida. Ya no es el mismo, sus 10.000 habitantes, en verano se incrementan el tripe, hablan por sí solos.

Lejos de L’Ampolla, ya dentro de la Comunidad Valenciana, dos pueblos cuyos habitantes se dedicaban a la agricultura desde tiempos inmemoriales cambiaron de la noche a la mañana cuando un catalán, Jesús Ger, se acercó a esos lares.

Ese catalán ideó un proyecto de una macro urbanización de vacaciones a la que le dio el nombre Marina d’Or y que se desarrollaría en una superficie de 18 km². Sería conocida como la mayor ciudad de vacaciones de Europa y está ubicada entre los dos pueblos, que indiqué al principio, y que no son otros que Cabanes y Oropesa.

Estos dos pueblos han cambiado tanto como L’Ampolla desde que, a mediados de los 80 comenzó a instalarse Marina d’Or en esta zona del litoral castellonense cubierta de viñedos que fueron engullidos por la empresa propietaria del proyecto. A tener en cuenta que ambos municipios están dirigidos por el PP desde hace tres legislaturas.

Ahora existen en el complejo 10.000 apartamentos y cinco hoteles y tienen pendiente la aprobación el proyecto de macro urbanización que se desarrollará entre ambos pueblos, aglutinándolos, y que superaría los 200.000 habitantes, más que la capital castellonense.

Lo malo es lo que viene ahora, con la crisis del sector inmobiliario han caído las ventas un 60% y han dejado en la calle a más de 1.000 trabajadores cuando el proyecto de expansión comprendía 40.000 viviendas y seis hoteles además de tres campos de golf. La crisis está acabando con el sueño de los cananyuts y oropesinos de ver a sus respectivos pueblos convertidos en ciudades con todas las dotaciones y servicios… pero la especulación llega a un momento en que encuentra la horma de su zapato y aunque la reducción, por ahora, de la plantilla de Marina d’Or no ha afetado a los mismos, todo llegará.

Marina d’Or está preparándose para entrar en Marruecos y aprovechar sus parajes costeros vírgenes para proseguir sus proyectos de expansión inmobiliarios. Como entendemos que aquí, en nuestro país, ha topado con obstáculos, el financiero y el legislativo, busca una huída hacia adelante… solo queda que se expanda en China.

De ahí a la hecatombe económica, laboral y social no hay más que un paso y… como si lo viéramos: la culpa la tiene Rodríguez Zapatero. Y los peperos tan panchos con su obra de tipo agresivo y masificada en claro atentado medioambiental. ¿No te jode?
 

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