Se me hace imposible pergeñar unas
letras en memoria de mi más que querido amigo José Benítez
Carrillo (q.e.p.d., para todos “Pepe Benítez”. No hay
límites para mis lágrimas. Y si es cierto que desde que
nacemos estamos esperando la muerte, también lo es que nunca
pensamos en que esto pueda producirse. El pasado sábado por
la mañana, sin ir mas lejos, en conversación telefónica, me
decía que se encontraba mejor de su dolencia, una afección
de corazón (tratándose de él no podía ser de otra forma) que
le llevó a Madrid para someterse, según me indicaba, a un
implante de “sping” para dilatarle una arteria que tenía
obstruida y que venía siendo la causa del mal que le
aquejaba. Pero, como era su costumbre, a su mal no le daba
importancia, sin que ello quiera decir que se daba a excesos
de ningún tipo, pues, por poner un ejemplo, jamás en su vida
probó ni siquiera un cigarrillo. Se me “quejaba” de que ni
en el hospital podía olvidarse de mi pues tenía un compañero
de habitación que se llamaba Domingo. Y me hablaba del
partido de su Real Madrid. O sea, no teníamos la impresión
ni yo ni, por supuesto, él del fatal desenlace. Aquella
noche me dieron una de las noticias mas tristes que he
recibido en mi vida: Pepe Benítez, debido a un fallo de su
corazón, ese corazón que tanto entregó por los demás, ha
muerto. Y se ha ido, además de un esposo y padre ejemplar,
un verdadero amigo.
Pepe Benítez ha sido una institución en Ceuta en todos los
ámbitos donde ha desarrollado el ejercicio de su labor tanto
como funcionario administrativo del Parque de Artillería (al
que pertenecía desde su mas tierna juventud desde su inicio
en la Escuela de Aprendices del Ministerio de Defensa hasta
la terminación de sus estudios de maestría industrial en que
pasó a engrosar la plantilla del citado Parque y,
posteriormente, a desarrollar las funciones administrativas
en el mismo donde se produjo su jubilación) o como Monitor
Deportivo en el Departamento “Educación y Descanso”, que le
dio ocasión de desplazar a diversas capitales de la
península a innumerables equipos tanto masculinos como
femeninos en distintas disciplinas deportivas habiendo
impartido también clases en el Colegio de la Inmaculada y en
el de las Hermanas Adoratrices de nuestra Ciudad. También
ejerció durante varias temporadas como árbitro de la
división de honor nacional de balón-mano, de presidente de
la Federación Ceutí de Fútbol-Sala, colaborando muy
activamente con el Comité Organizador de Fútbol de Empresas
(C.O.F.E.) y de vicepresidente y presidente de la Barriada
José Zurrón en la que ha dejado muestras de su quehacer en
pro de la vecindad que le distinguía con su aprecio. Pepe
Benítez creyente en Dios y practicante de la fe católica, ha
sido durante mas de cuarenta años miembro de la Cofradía del
Santo Entierro y, últimamente, pertenecía a la del
Medinaceli.
Disponía Pepe Benítez de innumerables galardones deportivos
y de otras parcelas sociales en mérito a su nobleza,
caballerosidad, entrega y desprendido afán por el bien de
los demás, méritos que avalan el que, por parte de la
autoridad deportiva autonómica, se denomine a la pista
deportiva municipal de la Barriada José Zurrón con el nombre
de “José Benitez” (que desde este periódico ya hemos
reivindicado en otras ocasión) por los desvelos dedicados a
la misma, las actividades deportivas desarrolladas y los
méritos públicos y notorios por él contraídos como impulsor
y colaborador de su construcción..
Podría contar muchas vivencias pasadas con Pepe Benítez,
pero en estos momentos solo me quedan ánimos para hacer
patente mi sincero pesar y el de toda mi familia a Paqui
Castañeda su abnegada esposa, a sus hijos Maria de África y
Javier, a su hija política Mari Ángeles, a sus nietos,
hermanas y demás familiares, al tiempo que rogamos a Dios
(en quien él depositaba su confianza correspondiendo a las
arraigadas creencias cristianas que siempre llevó presente
en sus actos) lo tenga a su lado, en lugar preferente, donde
descansan los elegidos, que por su hombría de bien y ejemplo
de vida, lo tiene mas que merecido.
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