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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 9 DE ABRIL DE 2008

 
OPINIÓN / LIBRE DIRECTO

Los banquillos de los Delegados

Por Eduardo Sánchez


En cualquier diccionario abreviado podemos encontrar la definición de entrenador como “persona que entrena” y la de entrenamiento como “ejercicio o preparación para un deporte”.

Ahora bien, si reflexionamos, sobre las figuras que ocupan los banquillos del fútbol local (entrenadores, monitores y delegados de equipos), podemos conocer en función de quién lo ocupe, el nivel de nuestros equipos y jugadores en la actualidad. Por supuesto, dejan mucho que desear actualmente.

En otras ocasiones, he manifestado de la importancia del entrenador en la formación y el juego diario de los jugadores. A este pedagogo del deporte, del que cada día, cuentan menos con él en esta Ciudad, lo defino como una persona que sabe disponer de los recursos humanos y técnicos a su alcance para tejer una unidad de acción eficaz (el equipo de fútbol).

Debemos entender que el entrenador “no nace, se hace”. Nadie puede pensar que sin “estudios”, el fútbol puede estar a su alcance. El oficio de entrenador, como cualquier otro relacionado con la preparación física, técnica y psicológica en el deporte, no es nada fácil. Lo debe desempeñar a través de los conocimientos adquiridos y de los estudios en busca de continuas actualizaciones. Estudios que lo fortalecen en el esfuerzo diario para producir un entorno de aprendizaje eficaz para los jugadores, el planeamiento de cada sesión por adelantado y la decisión de que habilidades o temas desea trabajar durante la temporada competitiva.

Es obvio que, el sinónimo de entrenador de fútbol no se corresponde con el de “Delegado de equipo” (persona responsable de asistir al equipo y/o presentar credenciales).

Durante los últimos años, la figura del “Padre/Delegado” ante la pasividad y el consentimiento de la Federación de Fútbol Ceutí junto al beneplácito de la mayoría de clubes, los cuales, han sido y son los más interesados en este aumento, han causado un detrimento de los entrenadores locales o de cualquier entrenador que se quiera asentar en nuestra ciudad . El ochenta por ciento de los banquillos son ocupados por “delegados de equipo”, los cuales , ejercen con el “consentimiento ciego” federativo las funciones de entrenador. Delegados, sin una formación básica deportiva y con un desconocimiento del reglamento del juego en la mayoría de los casos. No debemos equivocarnos, en ejercer nuestras funciones adquiridas. Cada uno, debe estar en su sitio por el bien del Futbol local y de los jugadores. No se puede pensar que un ATS en un hospital acuda a realizar las funciones del cirujano a un quirófano ni incluso cuándo hay carencia de especialistas en el mismo.

Mientras tanto, la mayoría de clubes, se escudan en la famosa frase “los entrenadores no quieren entrenar”. Aunque, ninguno ha mencionado que la diferencia de tener un entrenador a un delegado/padre en un equipo, estriba en dos aptitudes; la económica del club y la de personalidad de un verdadero entrenador. Sobre la primera decir que, una credencial de entrenador le cuesta a un club lo que vale tener diez o más delegados. Hay también que ver la cuestión económica de la ficha del entrenador, fichaje que rehúsan pagar por muy simple que sea, alegando que se hace por hobby. Pero nadie declina pedir subvenciones de todo tipo a la ciudad, aunque, no quieran contar con personal preparado y los gastos a veces, no correspondan a lo solicitado. ¿Que dice la ciudad de éste asunto a la hora de conceder subvenciones, la justificación de gastos y el fichar técnicos cualificados en los equipos?

La otra aptitud es la personalidad del entrenador, forjada por los años de estudios y preparación para llevar equipos. Es mucho más fácil para cualquier club dar un balón a un delegado y decirle “entrena” que, a un entrenador decirle “no te puedo dar balones, petos, conos, etc.”, como, el no poder complacerle con el trabajo de dirección y organización de club durante la temporada para facilitar su trabajo. Es también fácil, como consecuencias de estas desidias deportivas encontrar equipos locales disputando competiciones sin ningún representante que los dirija en el banquillo, ya que, muchos de estos delegados no tienen ninguna responsabilidad oficial.

Estas ambigüedades, aporta como resultado final, un escaso nivel que a nadie importa en esta ciudad y que se viene observando en la mayoría de las competiciones locales de fútbol y fútbol sala en la actualidad. Si tomamos como ejemplo a dos de las categorías de élite de nuestro futbol; la liga local de juveniles y la de Cadetes. Observamos que, el calendario competitivo está formado por seis equipos en la primera (y bajando) y diez equipos en la segunda (dónde más abandonos de jugadores se producen).En estas categorías el supuesto cargo de entrenador lo desempeñan actualmente cuatro delegados, un monitor y un entrenador en juveniles, y nueve delegados y un entrenador en cadetes (entrenador este último que desempeña su trabajo con los equipos de chavales de juveniles y cadete de La Esperanza). Por tanto, la suma es fácil, catorce equipos locales de juveniles y cadetes en competición sin entrenadores. Esta es una situación muy grave, teniendo en cuenta el gran volumen de entrenadores que hay en Ceuta. Solo en III Nivel, más de treinta. Estos datos, confirman, que se está tratando a los deportistas, familias, entrenadores y Ciudad con poco respeto y desinterés por parte de Federación y Clubes.

De tal manera, la evolución deportiva en futbol de la Ciudad la tenemos en personas, que aunque con ilusión y responsabilidad, no pueden y no son las adecuadas para los intereses de los jugadores, ni por tanto como parte afectada, la federación y la Ciudad cuando es representada con selecciones o equipos nacionales (caso este año de un equipo juvenil nacional que ha descendido).

Por otro lado, a modo de compensación “personal” de los que manejan el futbol con todas estas deficiencias y la falta de entrenadores en equipos, inventaron hace unos años la figura del monitor, figura a caballo entre delegado y entrenador. Estos cursos de monitores, en mi opinión, debían de ser el preámbulo para acceder al primer nivel de fútbol o fútbol sala como hacen otras comunidades con más sensatez, son todo lo contrario. Cursos de bajo coste económico y de elementales conocimientos deportivos, los cuales, debían de durar solamente un año de competición y de aplicación en categorías inferiores (pre benjamines, benjamines y alevines), volviendo al siguiente año, a realizarlo de nuevo si se quiere continuar y/o en su caso inscribirse en el primer nivel de la modalidad que la Federación de fútbol emplace a realizar.

¿Qué es lo que está sucediendo actualmente? Que el curso de monitor que se imparte, una vez realizado vale para cien años, entrena cualquier categoría (de pre benjamines a juveniles) y como premio adicional, se ofrece la opción y autorización a estos monitores para ejercer el cargo de “entrenador” en varios equipos de distintas categorías a la vez y en el mismo año. Si es complicado llevar la planificación, entrenamiento y competición de un equipo durante todo el año, ¿cómo es posible, ver a un monitor ejerciendo en varios equipos a la vez?

Con esto, se demuestra una vez más, que para el fútbol local todo está permitido. Con consternación puedo decir que los entrenadores en esta Ciudad están en decadencia, la responsabilidad actual, está en manos de aquellos que no quieren perder sus cargos por enfrentarse al miedo de la decisión. Por ello, la mayoría de responsables presentan “ceguera” al tener conocimiento de tales funciones en los banquillos.
 

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