Parecía que con la nota de la Delegación del Gobierno el
asunto de la reducción de efectivos de defensa en Ceuta se
iba a diluir, pero no ha sido así. A García Arreciado no
terminan de creerle ni los afectados, sobre todo familiares
de los “nuevos disponibles”, ni los parlamentarios, que en
boca de Francisco Antonio González desprecian la palabra del
Delegado, ni las autoridades de la Ciudad, sobre todo
Gordillo, que no entiende y quizás con razón, a qué vienen
las famosas cartas si no va a pasar nada. Vivas, con la
templanza que le caracteriza, ha pedido explicaciones y ha
abogado por que el Gobierno medite bien las medidas a
adoptar, teniendo en cuenta no sólo las necesidades reales
del ejército, sino también el impacto que este tipo de
medidas, en caso de ejecutarse, van a tener en Ceuta y en su
economía y todo ello sin un plan alternativo, llegando
acertadamente a comparar esta situación para Ceuta con las
reconversiones industriales llevadas a cabo en otros
territorios.
¿García Arreciado nos ha contado una milonga para salir del
paso o, por el contrario, nos ha trasladado las verdaderas
intenciones del Gobierno de ZP?. En breve se concretarán las
cosas y a alguien se le va a quedar la cara más colorada que
un tomate.
La profesionalización de las fuerzas armadas ya supuso una
importante reducción de efectivos en Ceuta hace algunos años
y fue una medida liderada por el entonces ministro Trillo,
que sin duda daño la economía ceutí en varios sectores, por
citar: hostelería, taxis, bazares, etc., al margen de las
dificultades de los mandos para mantener los servicios en
las diferentes instalaciones hasta entonces operativas, pero
la medida era inevitable porque España debía modernizar sus
fuerzas armadas si quería responder eficientemente a sus
compromisos internacionales.
De otra parte, las reducciones constantes en el presupuesto
corriente de Defensa, hacían inevitables los ajustes que se
hicieron y el Ministerio tuvo que ampliar sus fuentes de
financiación a través de su patrimonio mediante el
despliegue de su gerencia de infraestructuras.
La profesionalización del ejército ha sido ya ensayada
durante varios años y ha mostrado ciertas flaquezas que es
preciso corregir, como la mejora de las condiciones
económicas de los soldados profesionales, objetivo
irrenunciable si se pretenden cubrir las vacantes, así como
una mejor formación que les permita manejar con eficacia el
material que se pone a su disposición, carísimo por cierto,
así como su inserción laboral en la vida civil tras la
finalización de su contrato con el ejército.
Las inversiones en materiales de última tecnología son
igualmente irrenunciables para un ejército que además de
cumplir sus funciones constitucionales, debe pasear por
medio mundo el pabellón español con la eficacia y solvencia
que le han prestigiado en los últimos años.
En definitiva, las reorganizaciones son inevitables, sobre
todo si se trata de una función tan singular como la que
España tiene encomendada a sus fuerzas armadas, en constante
despliegue y en constante adaptación a un mundo tan
interrelacionado como el que nos ha tocado vivir y buena
prueba de ello es el proyecto de base única previsto para la
guarnición ceutí que está en fase de desarrollo.
Lo que no parece lógico es que se tomen medidas drásticas
que afectan claramente a una comunidad, como la comentada
estos días y que se tomen o dejen de tomar con el
oscurantismo que ha presidido la posible acción del Gobierno
en esta materia.
El silencio del Gobierno, y no es por despreciar al
Delegado, pero parece que en un asunto de este calibre su
peso político se queda corto, es un silencio demoledor.
Vivas ha pretendido hablar con el Ministerio, pero sin éxito
hasta ahora y lo tranquilizador para todos sería que lo
dicho por el Delegado lo ratificase el Ministro de Defensa o
el propio Presidente del Gobierno, que tampoco les cuesta
tanto.
Carracao parece una voz excesivamente débil como para
hacerse oír en Madrid, aunque se agradece su voluntad, si
bien esta será una de sus pruebas de fuego, en la que todos
veremos lo en serio que iba aquello de no ser un títere de
Madrid.
El Gobierno debe hablar y no a través de su Delegado, sino
con su propia voz y alto y claro. De no ser así, el PSOE
habrá dado otro palo más a esta Ciudad y, la verdad, no se
lo merece. Digo Ceuta, no el PSOE.
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