Aunque desde hace un mes
preveíamos el fatal desenlace, he de reconocer que me he
quedado sin respiración cuando me dieron la noticia de que
había fallecido Emilio.
Hacía casi treinta años que nos conocíamos y, curiosamente,
nos conocimos en un partido de fútbol del comienzo de la
temporada 1978-79, en el viejo campo del 54. Era un partido
de la Regional y Emilio era el delegado del C.D.Odonnell.
Desde entonces han sido cientos de veces las que hemos
hablado y aunque sin coincidir, muchas veces, en nuestras
opiniones, sin embargo siempre hubo respeto mutuo por la
posición que adoptaba el otro.
Lo que más trabajo le costaba reconocer a Emilio era que se
le pusiera en tela de juicio alguna de “sus verdades” en
materia religiosa. Es normal, porque él vivía con profunda
intensidad la religión, su religión, y fuera de esa vivencia
le costaba aceptar que se eligieran otras vías distintas a
aquellas.
Hoy, ahora mismo, Emilio Cózar, mi amigo, estará
reprendiéndonos desde arriba a todos los que nos cuesta
trabajo llegar a su situación, pero sé que él pedirá por
nosotros.
Y yo pediré por él, le voy a hacer caso por una vez, en vez
de llevarle una corona que bien se la merecía, pero siempre
dijo:”No quiero coronas, me basta y necesito más una
oración”.
Además de su familia, sus otras dos pasiones eran la Iglesia
y el Fútbol. Y si en la Iglesia no tenía problemas, salvo
cuando alguien le decíamos alguna cosa que él no quería oír,
en el fútbol sí que los tuvo, tanto a nivel local, como a
nivel nacional, pero siempre su talante, su sorna y su forma
de actuar como a él le parecía que era lo mejor, le llevó a
salir bien parado, y a nivel nacional, en la RFEF hasta hace
un mes, él que era el presidente de una federación
pequeñita, como es Ceuta, tenía un peso muy especial y era
bien visto por la casi totalidad de presidentes de
territoriales.
Su salud, desde hace años, le venía creando algunos
problemillas y, precisamente, cuando menos se esperaba es
cuando le dio el último tirón que ha terminado con él, tras
pasar más de un mes en el hospital de Ceuta.
Sus amigos, muchos, hubiéramos deseado ir con más frecuencia
a verlo al hospital, pero su estado no aconsejaba molestarle
demasiado y por eso, yo particularmente, estuve en una sola
ocasión, en esa habitación 208, donde estuvo los últimos
días de su vida.
Uno, al mirar hacia atrás, especialmente en circunstancias
como esta, tiene que pensar y casi hablar en voz alta solo
para decir:”¿Merece la pena súper valorar un resultado de
fútbol tanto?”.
El, que ya se nos ha marchado, no ha podido dejar
solucionado algo que le preocupaba cada día, el que no
hubiera agresiones a los árbitros en las competiciones
locales y, mira por donde, lo último de la regional ha sido
la agresión a un joven colegiado, sólo unas horas antes de
él morir.
Ahora mismo y como último homenaje al ya ex presidente, el
Comité de Competición deberá hilar muy fino, imponiendo la
justa sanción al jugador que agredió al colegiado, con lo
que Emilio, desde allí arriba, no tendrá que echar ninguna
de esas reprimendas que tanto le gustaba echar, cuando las
cosas no iban por el justo camino. Emilio, desde donde
estés, que será en un buen sitio, estoy seguro que no te
olvidarás de los que fuimos tus amigos. Nosotros te
echaremos mucho de menos.
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