Si habla, malo; pues le dicen de
todo: que miente como un bellaco; que se va del pico, sin
ton ni son; que tiene trazas de señorito andaluz, que
debiera controlar su boca de verdades, etcétera. Si decide
guardar silencio, peor; porque de su mutismo se aprovechan
sus adversarios para decirle impropios. Y lo hacen
recordándole que quien calla otorga. Frase de significado
claro: que consiente todas las quejas dirigidas a José
Luis Rodríguez Zapatero; o sea, al Gobierno de la
nación.
El delegado del Gobierno está siempre metido en un callejón
sin salida. Haga lo que haga, diga lo que diga, o decida no
decir ni mu, el onubense termina siempre retratado como un
político que disfruta poniéndole trabas a una ciudad que
detesta. Un tratamiento tan injusto cual inmerecido, por
parte de otros políticos convencidos de que en la oposición
es conveniente hacer uso de la maledicencia, sin tomarse el
menor respiro.
En esta misión, es decir, la de acoso y derribo permanente a
García-Arreciado, viene destacando el diputado del PP,
Francisco Antonio González (bien es verdad que tampoco
Jerónimo Nieto se salvó de sus dicterios). Un
parlamentario cuyo amor a Ceuta no tiene parangón. De tal
forma, que uno piensa, muy a menudo, qué será de esta ciudad
el día que este hombre deje de estar ojo avizor, con el fin
de ir descubriendo y echando abajo todas las maldades que
los socialistas suelen tramar para dañar a los ceutíes.
Ya no los dijo, durante la campaña electoral, Gustavo de
Arístegui: González es punto y aparte. Es un monstruo en
todos los aspectos. Y si lo dijo él, una mente preclara, a
los demás sólo nos quedaba flagelarnos por no habernos dado
cuenta antes de cómo de bien estamos representados en el
Congreso.
De acuerdo. FAG está ejerciendo su derecho de diputado en la
oposición, como mandan los cánones; no dando tregua ni a las
acciones, ni a las palabras, ni a los silencios del delegado
del Gobierno. Con el firme propósito de hacerles creer a los
ciudadanos que todas las medidas tomadas por el Gobierno de
España están encaminadas a perjudicar a los ceutíes. Y,
sobre todo, poner de manifiesto que García-Arreciado es un
maula en todos los sentidos. Hasta ahí no hace sino cumplir
perfectamente ese papel que tan bien le caracteriza:
destacar no por lo que hace, sino por lo que dice, que
siempre es muchísimo más. Pero, sí, claro que tengo un
pero... ¿pasa algo?...
El pero es que cuando Luis Vicente Moro ejercía de
hombre omnisciente y omnipotente en la Delegación del
Gobierno, nuestro diputado jamás fue capaz de decir ni pío
del delegado del Gobierno. Es decir, que para González todas
las actuaciones de Moro, durante ocho años, fueron
extraordinarias. Tal vez porque se atenía a las directrices
marcadas por un Gobierno, el de José María Aznar,
cuyos miembros se levantaban por las mañanas pensando sólo y
exclusivamente en cómo ayudar a Ceuta.
Así, sólo me cabe decirle al diputado que está en deuda con
Moro; que debe hacerle un homenaje cuanto antes. Por dos
motivos: uno, por haberse entregado en cuerpo y alma a
servir a Ceuta; otro, para que los socialistas vayan tomando
nota de las cualidades que ha de reunir el próximo
representante del Gobierno en Ceuta. La pena es que no pueda
serlo él. Quiero decir Pacoantonio. Aunque le conviene, por
el bien de todos, no decaer en su empeño.
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