La Infanta Leonor es alumna de la
Escuela Infantil de El Pardo, una guardería subvencionada
por la Comunidad de Madrid, donde acuden hijos de guardias
reales y trabajadores de la Zarzuela. Pero, el 31 de Octubre
cumple tres años y comenzará la Educación Infantil, por lo
que necesita nuevo centro. Muchos colegios madrileños sueñan
con tenerla en sus aulas.
Los hijos de la Infanta Elena van al “San Patricio”, el
mejor colegio de Madrid, centro citado en mi anterior
colaboración cuyas características son: privado, católico y
mixto.
La cuestión es: ¿qué tipo de colegio debe acoger a Leonor?
¿A un centro privado, o público, como la mayoría de
herederos europeos?
Los príncipes buscan afanosamente la respuesta, puesto que
la mayoría de los colegios cierran el plazo de
preinscripción. La decisión no es fácil. Han de moverse
entre lo que es mejor para la educación de su hija y el
ejemplo que se les exigen al tratarse de la futura heredera
al trono. Estudian todas las posibilidades y piden opiniones
a expertos.
Felipe de Borbón, su padre, comenzó sus estudios, con tres
años, en “Santa María de los Rosales”. Una elección
rompedora en la España franquista, ya que se trataba de un
colegio laico. Un ejemplo de ello es que la asistencia a
misa fuese libre. El prestigio de “los Rosales” subió como
la espuma, pero tuvo que adaptarse a las peculiaridades del
nuevo alumno (Control y vigilancia especiales: una patrulla
de la Guardia Civil vigilaba la puerta, quedando de guardia
por la noche en el interior).
La etapa escolar de la Princesa Leticia, fue distinta. Cursó
la EGB junto a sus hermanas en el Colegio Público “Gesta 1
de Oviedo”. Estudió 1º de BUP en el Instituto “Alfonso II”
también público, hasta 1987 que destinaron a su padre a
Madrid e ingresó en el “Ramiro Maeztu”. Por escasez de
plazas, tuvo que acudir al turno de noche, que acababa a las
diez y media. Un problema que no tendrá la Infanta, cuya
vida escolar seguirá pautas similares a su padre en cuanto a
seguridad y protección de su intimidad.
Personalidades vinculadas a la formación del Príncipe y a la
Monarquía, opinan, en su mayoría, que Leonor debe estudiar
en un centro público, porque “lejos de vivir en una burbuja,
se mezclaría con niños corrientes y conviviría con los
ciudadanos que serán su realidad, enseñándole que de sus
privilegios derivan obligaciones y su vida ha de ser
ejemplar. Debe ir también recibiendo nociones de historia y
protocolo”.
Una de las personalidades consultadas dice: “hay elementos
de la enseñanza pública en España que no me convencen, como
la seguridad, y, sobre todo, la calidad. Por eso entendería
que fuese a un colegio privado, ya que, según la OCDE, el
nivel de nuestra enseñanza pública está por debajo de otros
países de la U.E. Ello explicaría que la mayoría de las
monarquías europeas, excepto la inglesa (los príncipes han
estudiado en el exclusivo “Eton Collage”) eduque a sus
herederos en centros públicos. Así sucede en Holanda,
Dinamarca, Noruega, Bélgica y Suecia.
Como dato curioso, muchos de esos colegios son religiosos:
luteranos, católicos, confesión anglicana… Para Leonor, se
aconseja un colegio “al menos con orientación religiosa”,
aunque la mayoría se decanta por una enseñanza laica.
Otro aspecto destacado son los idiomas. Los expertos se
inclinan por una enseñanza bilingüe: “es mejor que alterne
español e inglés, también en el colegio para que adquiera
toda fluidez. Importante es si debería seguir el ejemplo de
Bélgica, donde los hijos del heredero aprenden el
neerlandés, francés y alemán, que coexisten en el estado
federal ¿Debe Leonor saber catalán, gallego y euskera? Lo
consideran básico como futura reina; sería un gesto que
dominara las lenguas de su patria.
Como hecho curioso, referencial al tema, en el curso
1988-89, en el centro de Profesores de Ceuta, asistí al
curso denominado “Aprender Matemáticas jugando”, siendo
ponente del mismo el profesor Ricardo García Soriano,
conocido por sus alumnos como D. Richi. Había sido
tutor-responsable del grupo-clase del Príncipe Felipe, en el
Colegio “Santa María de los Rosales”, en las áreas de
Matemáticas y Ciencias Naturales, cuando estudiaba 5º de la
EGB. También impartió estas materias a sus hermanas Elena y
Cristina.
Ricardo Soriano, aseguraba haber dado con el criterio
general de divisibilidad de todos los números primos, algo
que en Aritmética era impensable. Se consideraba un
enamorado de las Matemáticas. Su teoría era la de hacer de
esta materia un juego.
Había inventado muchos juegos para conseguir que la materia
“entrara” bien a los alumnos y no la consideraran como un
“ogro”.
Desde su experiencia como profesor de Matemáticas, Ricardo
García Soriano, en aquellos momentos, ejercía como profesor
de apoyo en un CEP de Madrid. Había desarrollado parte de
sus teorías en libros como “Aplicación práctica de las
Matemáticas” y “Las regletas de colores. Los cuerpos
lógicos”, ambos editados por la editorial Escuela Española.
Sin duda que, Ricardo, hubiese sido un buen refuerzo para
que la Infanta, al menos en Matemáticas, como su padre, las
aprendiera jugando. Es difícil que así sea, después de haber
transcurrido unos veinte años. Posiblemente el gran
descubridor de la divisibilidad de los números primos, ya
esté retirado de la actividad docente.
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