Bien es cierto que se está
publicando, quizá más de lo debido en relación a cómo queda
el nuevo ejército que se plantea el Gobierno de la nación y
cuya reforma estructural de Divisiones a Brigadas ha quedado
en manos del Estado Mayor, que para eso son los de más rango
colocados por el propio Gobierno [los militares de
‘confianza’] quienes deben desarrollar militarmente lo
pretendido por el Ejecutivo encarnado por el Ministerio de
Defensa. Es cierto que el desarrollo hacia un ejército
moderno prevalece en el Plan con el que España renovará
técnica y tecnológicamente sus medios por tierra, mar y
aire. Pero para hacer frente a semejante gasto hay que
reducir. ¿Dónde? en personal. En el caso de Ceuta y de
Melilla, más allá de las razones sentimentales por ser la
relación [con el estamento militar] excepcional, singular y
fuera de lo común, tiene su vital importancia en el aspecto
económico. No vale comparaciones con el antiguo Plan META de
reducción [entre otras cuestiones de peso porque antes el
ejército no era profesional y ahora sí]. El hecho
fundamental, la verdadera llaga está en la economía. ¿Por
qué?, pues sencillamente, y sólo atendiendo al hecho claro
de la renta per cápita de los ceutíes [22.000 euros según el
INE], estaríamos hablando de una pérdida de movimiento de
capital en la ciudad de más de 46 millones de euros a partir
de 2009 y, por supuesto, una pérdida aproximada de 2.000
residentes [que no militares]. Los militares, oficiales,
suboficiales e incluso soldados profesionales cuentan con
esposa e hijos. Así que las sumas a botepronto asustan. Esa
es la verdadera realidad. Un problema añadido a la Ceuta que
no le funciona como debe el IPSI, ni la exportación, ni la
importación, ni las Reglas de Origen, cogidas tan con pinzas
como para que el funcionario torpe de turno considere
contrabando determinadas importaciones o exportaciones. Por
tanto, cualquier golpe a su economía repercute negativamente
en la ciudad que necesitaría, de este modo, estar
permanentemente subsidiada por el Gobierno central.
|