Según los mitos griegos, el décimo trabajo de Hércules
consistió en robar las vacas del monstruoso Gerión que vivió
en una isla que posteriormente pasaría a ser parte de lo que
hoy es Cádiz. A su paso el héroe erigió las Columnas de
Hércules: Gibraltar y Ceuta, antiguamente conocidos como
Calpe y Abila. Los mitos difieren en si las construyó para
conmemorar su paso o para avisar a los marineros que sólo
más allá de estas tierras se encontraba el Océano y el fin
del mundo. En una de las versiones se refiere también que
Hércules separó las montañas anteriormente unidas y creó el
paso del Estrecho de Gibraltar. Hay estudiosos que
consideran que los mitos contienen vestigios de hechos
históricos reales transformados en fábulas extraordinarias
por el pensamiento mítico. En este caso la peripecia de
Hércules guarda relación con algo que pasó realmente, pero
en un periodo muy anterior a los tiempos en los que ningún
griego, indoeuropeo u hombre moderno pisara la tierra.
Hace unos 5,6 millones de años, el Mediterráneo se desecó.
Quedó reducido a un pequeño lago de una altísima salinidad y
los territorios anteriormente sumergidos bajo la línea del
mar emergieron durante unos 260.000 años. Pero tras este
tiempo las aguas volvieron a ocupar las cuencas
mediterrráneas a una velocidad extraordinaria desde un punto
de visto geolólogico. ¿Cuáles fueron las extraordinarias
fuerzas que provocaron un hecho dramático similar al que
cuentan los mitos antiguos?
La deriva continental
La teoría geológica de las placas tectónicas sostiene que la
superficie terrestre, la litosfera, está dividida en placas
de tierra sólida que se sostienen sobre material en estado
semi-fluido. Hay siete placas principales de gran tamaño y
algunas más pequeñas como la placa Arabe o la India. Ceuta
se encuentra muy cerca del borde de la placa africana,
próxima al punto de encuentro entre ésta y la placa
euroasiática que se produce aproximadamente en el valle del
Guadalquivir.
Las placas no se encuentran estáticas sino que se desplazan
a una velocidad variante y dependiente de cada región, pero
como dato aproximativo se puede dar la cifra de un
movimiento de 2,5 centímetros al año. No es mucho, pero con
la acumulación de tiempo provoca grandes transformaciones en
la superficie terrestre. Se piensa que el movimiento está
provocado por las corrientes de convección producidas por el
magma del manto que quiebran y fraccionan la litosfera. Las
corrientes de convección se producen por diferencias de
temperatura, el magma que se encuentra a mayor profundidad
se calienta por su mayor cercanía al núcleo lo que hace
cambiar su densidad y que el fluido ascienda, una vez
enfriado cerca de la superficie el fluido vuelve a
descender. Se sabe que en la parte inferior a la litosfera,
la astenosfera, poseen patrones regulares de estos flujos
que duran miles de años y actúan de forma similar a una
cinta transportadora.
Este lento y continuo movimiento ha provocado muchas
transformaciones en la superficie de la Tierra. Se ha
teorizado que las masas terrestres se unen y vuelven a
desunir de forma cíclica formando lo que se conoce como
supercontinentes cada cierto tiempo. Algunos de estos
supercontinentes han reunido a la mayor parte de las
superficies emergidas en todo el mundo. Se ha teorizado que
el primero fue Vaalbará y que han existido otros como
Rodinia o Pannotia.
El último de los supercontinentes, y el más conocido, fue
Pangea que surgió hace unos 300 millones de años y se volvió
a dividir hace 200. Estas tierras se partieron en dos
continentes que a su vez se subdividieron en varias más. En
el encuentro de la placa africana y la euroiasiática, tras
un alejamiento y una deriva de millones de años, es donde se
produce la desecación del Mediterráneo. La dirección del
movimiento de los continentes era, a grandes rasgos, Europa
dirigiéndose hacia el sur y África hacia el norte. Las
salidas por las que se comunicaba el Mar Mediterráneo en
aquel entonces estaban situadas más al sur que el estrecho
actual, en la separación que poco a poco iba menguándose con
el recorrido de África y Europa. Cuando hace unos 5,6
millones de años el acercamiento es suficiente, las
comunicaciones mediterráneas se cierran y el mar queda
aislado de los oceános y se reduce drásticamente.
El aislamiento duró varios centenares de miles de años. En
el estrecho actual se había erguido el macizo bético-rifeño
y sus montañas formaban un dique que impedía que las aguas
del Atlántico alimentaran las cuencas mediterráneas. Pero
hace algo más de 5,3 millones de años se produjo una
desglaciación que provocó el ascenso de los mares. El
ascenso fue suficiente como para superar el antiguo dique y
formar una catarata que debió ser absolutamente espectacular
y una de las mayores de la historia. El Mediterráneo volvió
a llenarse rápidamente y la poderosa catarata provieniente
del Atlántico desgastó la roca del macizo bético-rifeño y lo
dividió en dos. A partir de entonces el aspecto del
Mediterráneo es muy similar al actual.
Una de las curiosidades que ha dejado este acontecimiento en
el Mediterrráneo es su batimetría. El relieve de las
superficies sumergidas en el Mediterráneo describe la
trayectoria de antiguos ríos que surcaron las tierras
anteriormente secas, continuación en ocasiones de cuencas de
río actuales, y en El Estrecho queda la huella del enorme
torrente de agua que entró proveniente del Atlántico.
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El futuro del estrecho: la colisión entre los continentes
europeo y africano
El proceso de la deriva
continental no se va a detener porque el hombre se encuentre
en la superficie de la Tierra. El acercamiento entre Europa
y África continúa, existe entre ambas una falla deformante
que hace que la Península Ibérica se dirija hacia el sureste
en dirección al Mediterráneo y que África lo haga hacia el
noroeste en dirección al Atlántico. La colisión entre ambos
continentes se producirá en un futuro y el Mediterráneo
volverá a secarse. En realidad, en base a la teoría de la
formación de supercontinentes de forma cíclica, se espera
que para dentro de 250 millones de años todas las masas
continentales vuelvan a unirse en lo que se conoce como
Pangea Última o Amasia, aunque los procesos en los que se
basa la predicción pueden cambiar.
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