Muy honda preocupación en Ceuta, y también en Melilla, por
lo que se sobreviene con el Plan que desarrolla el Gobierno
para reducir efectivos militares en estas dos ciudades. Un
plan reductivo, de aplicación estatal elaborado por el
Gobierno socialista ahora, que contrasta y es diametralmente
opuesto al que se preparaba, por el mismo gobierno
socialista hace sólo tres años [cuando José Bono era
ministro de Defensa]. Entonces se preparaban tres leyes para
diseñar el ‘Ejército del Siglo XXI’. Con este plan
legislativo, Bono pretendía dar un impulso definitivo a la
modernización y profesionalización de unas Fuerzas Armadas,
cada vez más volcadas en las misiones en el exterior y
dispuestas a incluir entre sus objetivos básicos la lucha
contra el terrorismo. Bono pretendía pasar de los 72.000
efectivos actuales en España a alcanzar los 86.000. Sin
embargo, actualmente se pretende rebajar el número hasta los
60.000. Una medida que pudiera estar bien planteada si se
hubiera tenido en cuenta ciertos condicionantes como por
ejemplo reparar en el significado de mantener
estrategicamente determinados lugares implicados en zonas
potencialmente inestables por el entorno. Algo que no es
comprensible para expertos en estrategia de Defensa y, ni
tan siquiera, para altos mandos de la Jerarquía militar
vinculados a Inteligencia, a los que ha tenido acceso EL
PUEBLO. “Rebajar efectivos, unidades de acción rápida y
debilitar militarmente determinadas zonas de nuestro país es
una aberración y un error estratégico de libro”, destacan.
Interiormente, en el mundillo militar corre el rumor de que
con estas medidas lo que pretende el Gobierno es dotar de
recursos humanos a la UME “porque ahora tenemos que ser
bomberos”, ironizan.
¿Qué es y que pretende ahora el Gobierno de la nación?
El Ejército de Tierra está suprimiendo 40 de los 195
batallones que integran actualmente su Fuerza y trasladará a
otras unidades a unos 16.000 militares, en el marco de la
reestructuración que establece el Real Decreto de
Organización del Despliegue de la Fuerza de los Ejércitos y
la Armada, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado
año y que tras haberse quedado congelado durante la pre y la
campaña electoral, cobra ahora actualidad.
El jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (JEME),
general de Ejército Carlos Villar Turrau, explicó en su día
durante una conferencia sobre Defensa en Madrid que el plan
de reestructuración de la Fuerza, también conocido como
‘Ejército del Siglo XXI’ [retocado del original], conducirá
a la supresión de 40 batallones [unidad que está compuesta
por unos 500 efectivos] y “afectará directamente” a unos
16.000 militares.
El JEME encuadró el Real Decreto de Organización del
Despliegue de la Fuerza [la última medida sometida al
Consejo de Ministros por el anterior ministro de Defensa,
José Bono, antes de su dimisión y elaborada por el anterior
JEME, general de Ejército José Antonio García González] en
el marco de anteriores iniciativas de reestructuración
dirigidas a adaptar el Ejército a las nuevas circunstancias,
como el plan de Modernización del Ejército (META), el
posterior plan de Nueva Organización del Ejército (NORTE) y
el paso del modelo de reclutamiento basado en el Servicio
Militar Obligatorio al actual sistema profesional.
España se defenderá sólo con 60.000 hombres
El general de Ejército señaló que el nuevo plan prevé una
plantilla de 60.000 soldados profesionales y estará basado
en la Brigada como unidad modular de referencia, en lugar
del anterior sistema centrado en cinco grandes divisiones.
En este sentido, subrayó que el objetivo es contar con un
Ejército de Tierra con una fuerza “totalmente profesional” y
plenamente equipada, con un alto grado de operatividad. A
modo de balance de la situación actual de los militares que
componen el Ejército que dirige, el general Villar Turrau
aseguró que las escalas de oficiales y suboficiales tienen
“muy buena calidad” mientras que en el caso de los soldados
profesionales la calidad es “bastante buena” y “mejorable”,
pero también están dotados de “una altísima vocación”.
Como ejemplo de esta elevada dedicación, citó el
comportamiento de los cuatro militares que resultaron
heridos en Farah (Afganistán) en el atentado contra el
vehículo blindado español que acabó con la vida del soldado
paracaidista Jorge Arnaldo Hernández Seminario. El JEME puso
en alza la actitud de los cuatro paracaidistas, con especial
atención al comportamiento del jefe del vehículo, el cabo
primero Murías, que se quemó las manos al recuperar el
cadáver de su compañero de filas. Todos ellos, dijo el
general Villar Turrau, no querían regresar a España tras el
atentado sino continuar cumpliendo su misión en Afganistán.
En su conferencia, el JEME también destacó el trabajo de
todos los contingentes que las Fuerzas Armadas españolas han
enviado a operaciones en el exterior desde comienzos de los
años 90 y subrayó que nunca se han existido quejas o
denuncias sobre maltratos o irregularidades cometidas por
militares españoles. En relación a la situación del
reclutamiento de efectivos profesionales, el general de
Ejército afirmó que actualmente la tasa de permanencia se
sitúa en el 87 por ciento, lo que se traduce en que
practicamente nueve de cada diez personas que se incorporan
al Ejército se mantienen al año siguiente en su unidad.
Villar Turrau señaló que el Ejército encara el futuro a
corto plazo con el objetivo de mejorar la interoperatividad
y recalcó que en los próximos “tres o cuatro años” España
tendrá un Ejército de Tierra “mejor organizado” y
“plenamente operativo”.
No obstante, señaló que todavía “queda mucho por hacer”,
toda vez que las Fuerzas Armadas deben continuar
“adaptándose” a los tiempos”.
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