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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE ABRIL DE 2008

 
OPINIÓN / LIBRE DIRECTO

El anti fair-play

Por Eduardo Sánchez


Una vez más, una noticia publicada en la prensa local, me deja frío y me hace reflexionar profundamente. Es una crónica que hace referencia a la “suspensión de un partido de fútbol de División de Honor Juvenil en el estadio “Santa Fe” de los Boliches (Fuengirola), el motivo, la agresión de varios espectadores al arbitro del encuentro.

De nuevo, un caso de violencia en el deporte enciende la luz de alarma en la mente de todos. Con este lamentable suceso deportivo, se manifiesta claramente lo que ocurre en los estadios de fútbol españoles por “desalmados” con demasiada frecuencia (como el suceso ocurrido hace dos semanas en el campo del Betis). Estos inhumanos hechos corroboran rotundamente que un sector de nuestra sociedad (espectadores, jugadores, entrenadores, delegados, directivos, etc.) desarrolla un comportamiento “anti fair-play” (contrarios al juego limpio) cuando se encuentran dentro o en los alrededores de un estadio.

Por el contrario, la lucha por conseguir el fair-play o juego limpio no termina por predominar por desgracia, aunque, desde hace años y en prevención de la violencia deportiva, se ha incluido el respeto por las reglas del deporte, tanto escritas como morales. Estas reglas son las que actualmente corren peligro, al no entender la sociedad que el juego limpio en el deporte - espectáculo ha dejado de ser responsabilidad y patrimonio exclusiva de los deportistas. En la actualidad, estas pautas, están para obtener un buen desarrollo deportivo y, deben ser asumidas por todos los que participan de él de una manera o de otra.

En los últimos años, se han dado pasos importantes, orientados a eliminar la violencia de los estadios. Se ha prohibido el alcohol en el interior de los recintos deportivos, la aglomeración de espectadores en las gradas, la introducción de objetos y bebidas embotelladas en los recintos deportivos entre otras medidas importantes. Disposiciones que llevadas a cabo, han reducido y limitado considerablemente la violencia en beneficio del deporte y del espectáculo. No obstante, una minoría de la sociedad, ya sea como deportista o como espectador, declina adoptar estos comportamientos, haciendo su jungla particular los estadios de fútbol. ¿Por qué en su casa, la conducta y su personalidad son diferentes?

Si analizamos las conductas antideportivas o agresiones (anti fair-play) de los entrenadores, delegados o deportistas, podemos observar en estudios realizados que, son las más amenazadas, puesto que, han tratado de obtener por diversos motivos sociales, deportivos o personales la victoria a cualquier precio. Conductas que alientan a “otros fanáticos” de las gradas a seguir su ejemplo.

¿Qué vuelve violento al espectador de un espectáculo deportivo? Una pregunta con escasas respuestas. La estudia distintos sectores y dirigentes del deporte, buscando en ella, el origen de este comportamiento y las soluciones a los actos violentos cuando estos “animales” están en un recinto deportivo. Ahora bien, todos coinciden que, el anonimato, la protección en la masa y su seguridad de que diga lo que diga no será castigado, son entre otros, los motivos más frecuentes para que un “mal espectador” pueda provocar lanzamiento de objetos, insulte, invada el campo y como impotencia final, realice actos de agresión a los árbitros, jugadores, afición contraria e incluso periodistas.

Ya es hora de hacernos una pregunta sensata cuando estamos en un estadio. ¿Que medida adopto cuando a nuestro lado tenemos a un espectador violento y “jode” el espectáculo?

Otra de las situaciones preocupantes, es la de la violencia en la base del deporte. Jóvenes jugadores que, a edad temprana (juveniles, cadetes o incluso infantiles) han provocado situaciones de agresiones contra árbitros o jugadores contrarios convirtiendo los terrenos de juegos en verdaderos campos de batalla. Estos comportamientos se encuentran muy lejos del objetivo del fair-play en estas edades. Si no se corrige a tiempo estos comportamientos, el aumento de la agresividad se hace más patente con los años. Por tanto, es tan importante el aprendizaje deportivo (técnico-táctico-físico) como el ético-moral desde temprana edad, basado en el respeto competitivo y en la madurez del deportista hacia la sociedad.

El anti fair-play, no les puede ganar la batalla al juego limpio y al respeto a las personas. En demasiadas ocasiones, los medios de comunicación, nos sorprenden con noticias como la mencionada en esta opinión, en dónde la palabra “agresión” es la protagonista de una noticia deportiva, ocultando la belleza de este tipo de información.

En consiguiente, está en la obligación de la sociedad, como aficionados a un deporte o como personas que gozan diariamente de leer cualquier página deportiva, el conseguir que la palabra “agresión” desaparezca de cualquier noticia deportiva para siempre.

Para ello, nuestra sociedad debe contribuir a ayudar a la justicia, repudiando, identificando y expulsando de los estadios o polideportivos a quienes no respeten las normas éticas de comportamiento deportivo y social por cualquier razón. No debemos tener piedad con los que no tienen piedad con sus victimas, por muy mal que lo hayan hecho. También se debe contribuir a solicitar duras sanciones federativas y económicas contra aquellos deportistas que ejerzan agresiones contra sus oponentes o contra cualquier persona. Es nuestra obligación no tirar la toalla y mirar hacia otro lado cuando ocurren tales agresiones al deporte. Tengo la impresión que es otro tipo de violencia de género. El de las personas.

ESTOS HECHOS, CORROBORAN ROTUNDAMENTE QUE UN SECTOR DE NUESTRA SOCIEDAD DESARROLLA UN COMPORTAMIENTO “ANTI FAIR-PLAY”

EL ANTI FAIR-PLAY, NO LES PUEDE GANAR LA BATALLA AL JUEGO LIMPIO Y AL RESPETO A LAS PERSONAS.
 

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