“Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy, plantaría
un árbol”, así recordaba Carlos Chocrón la frase del líder
norteamericano Martin Luther King en el acto de presentación
de la campaña de reforesta. El domingo 6 de abril termina el
proyecto con la plantación de 130 árboles más de los 500 que
se subastaron a un precio de diez euros para que pudieran
ser adquiridos tanto por los ciudadanos como por las
instituciones y empresas que así lo quisieran. Todavía se
puede financiar un árbol aquel que lo desee para este
domingo o participar en el acto de repoblación que empezará
a las 11.00 y terminará a las 14.00 en los alrededores del
Mirador de Isabel II. Tanto el que participe como el que
apadrine el árbol serán obsequiados con un pequeño testigo
de madera con un diploma conmemorativo en el interior.
El proyecto estaba planteado en un principio para que durara
18 meses, sin embargo las labores han sido mucho más rápidas
de lo que se esperaba y, tras el acto inaugural del 21 de
marzo, el proceso ha durado algo menos de cuatro meses. La
forma de ejecución ha implicado a obreros de Obimasa y
Obimace que han trabajado fuera de su horario habitual
siendo abonadas las horas extras por las empresas
financiadoras de la campaña. La zona principal donde se ha
actuado ha sido el Mirador de Isabel II donde se han
replantado alrededor de 3.000 mil árboles. Se ha actuado en
tres partes de los bosques ceutíes más con una cifra de
alrededor de 1.000 plantas en cada una: cerca de Punta
Almina en el monte Hacho, en el Cerro de la Palma y en el
campo adyacente a la Torre de Punées.
Se ha intentado respetar la flora local introduciendo
especies que ya vivían en Ceuta y cuyas poblaciones se
habían visto degradadas por motivos de diversa índole como
incendios, rutas abiertas en la tierra, la exposición al sol
de determinadas laderas de los montes o el paso de
motocicletas de campo.
Se han repuesto algunas especies emblemáticas como el
Quejigo, el Labiérnago macho, el Madroño o el Aladierno.
Muchas de estas especies son beneficiosas además para la
fauna local ya que sus frutos alimentan a los animales
propios de la región, también la degradación de los frutos
que no sean comidos alimentará la riqueza de las tierras, lo
que multiplicará el efecto beneficioso para los bosques. Las
plantas que se han elegido arraigan bien en el tipo de suelo
de los montes ceutíes y así se evitará casos como la
repoblación que se hizo cerca del Cerro de la Palma hace
algún tiempo en la que se plantaron pinos que ahora se
encuentran derribados o ladeados por la acción del viento.
La cobertura arbórea mejora además la resistencia a los
incendios de los bosques al bloquear los rayos de sol.
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