Quienes hemos conocido hace ya
bastantes años lo que era el fútbol y quienes seguimos
conociendo como es hoy este deporte, tenemos que decir que
el término, deporte, aquí está empezando a sobrar, porque
cualquier equipo de los de campanillas se ha convertido, en
los últimos veinte años, en una multinacional, con los
mismos problemas y las mismas ventajas que cualquiera de
esos grupos que, desde hace tiempos, se vienen denominado
así.
Si uno echa una ojeada a cualquiera de los grandes clubes de
Europa, partiendo del Madrid, siguiendo por el Barcelona o
saltando al Bayern de Munich, Liverpool, Manchester ..., nos
encontramos con que, todos ellos tienen unas estructuras
similares a las que podemos encontrar en miles de
multinacionales, tanto de automóviles, como de perfumes o de
cualquier otra rama comercial.
Es realmente lamentable, aquí en el fútbol, ver como se
hacen con una serie de personas, desde los 12 o 14 años,
pensando especialmente, en que si valen, ya tendrán una
parte del capital hecho, a partir de tierras lejanas y
programando la “cartera” de beneficios.
Y una cosa es tener jugadores extranjeros, que siempre los
hubo en los grandes equipos, y otra, muy distinta, esto, con
jugadores que pertenecen en un 40% a un club, un 25% a un
grupo determinado de representantes, un 30% a una sociedad
que además se dedica a hacer “autopistas”..., y que es la
que sacó al futbolista, cuando era un chavalín, de su propia
tierra ... .
Con esto, que nadie me venga a decir que la mayor parte de
los componentes de una plantilla siente los colores de un
equipo. Eso ya pasó a mejor vida.
En estos momentos, en todo nuestro fútbol, y en equipos
grandes que, de verdad, sientan los colores quedan muy pocos
jugadores: Pujol, Raúl, Xavi... y poquitos más, además de
que ese sentimiento, en estos, va acompañado de unas pingües
ganancias cada año, con lo que cariño y dinero van cogidos
de la mano.
Si de estos mismos clubes o de alguno más echamos la vista
atrás y vemos la nómina de aquellos años, nos encontramos
con Gento, Marquitos, Segarra, Ramallets, Enrique Collar y
docenas de este tipo, jugadores que pertenecían al club,
sentían lo que era esa sociedad, daban todo lo que tenían
por esos colores y cuando no llegaban los títulos era porque
en esa temporada o en esa final había otros que eran
mejores, pero ellos se habían entregado de principio a fin,
dando todo lo que llevaban dentro.
En la década de los 60 del pasado siglo, nunca habría habido
una competición liguera que parece que se está despreciando
por parte de dos o tres equipos, que en circunstancias
normales serían serios aspirantes a ganarla.
En esa misma década Alfredo Di Stefano o Luis Suárez
hubieran jugado hasta cojos, si era preciso, mientras que
hoy vemos como, por ejemplo, Ronaldiño le está haciendo
hasta “tres butifarras” al club que le paga, y que le paga
muy bien, una a sus propios compañeros, que ganan menos que
él, otra al club que le tiene en un pedestal y la tercera al
entrenador, al que le hace desayunarse cada mañana con un
sapo, alegando una lesión que él y pocos más conocen el
alcance que tiene.
Con esto se ha perdido interés deportivo, se pierde
espectáculo, se magnifican las entidades y se mueve mucho
dinero, más de la cuenta, pero falla el corazón ... .
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