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OPINIÓN - VIERNES, 4 DE ABRIL DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Tiene ínfulas de estadista
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Sigo sin entender los motivos que tienes para concederle excesiva beligerancia a Juan Luis Aróstegui. Miro fijamente a quien me habla, y, tras tomarme un respiro, respondo: le concedo, simple y llanamente, la importancia que me merece la enorme voluntad que pone, todos los días y fiestas de guardar, para hacerse notar. Con resultados muy negativos. Lo cual debe ser muy triste para alguien que lleva ya más de media vida convencido de que Ceuta no debe permitirse el lujo de desaprovechar su talento innato para participar en la política activa.

-O sea, lo que tú quieres decirme es que el tal Aróstegui te cae bien por ser un perdedor con pedigrí.

Más o menos. Porque resulta desolador ver a alguien, atiborrado de espíritu de sacrificio, de cualidades y conocimientos, tratando de conseguir un acta de concejal, un simple escaño en el Ayuntamiento, sin el menor éxito. Y sin embargo, he aquí su gran mérito, continúa sin dar la menor muestra de desfallecimiento. Una persona así, como tú comprenderás, es digna de lástima. Perdón: quiero decir que es enternecedora.

-Entonces, Manolo, haz el favor de sacarme de dudas. ¿Es Aróstegui un tonto útil? ¿Un defensor a ultranza de los intereses de varios empresarios que andan emboscados? ¿O bien un individuo a quien le puede la envidia por ver que se le está pasando el arroz y no consigue sus objetivos como persona pública?

La verdad es que habría que ser psicólogo para responder a tus preguntas. Aunque me atrevo a decirte que de todo tiene un poco. Pero quizá sea la envidia el sentimiento que más daño le está haciendo. Y todo porque no acaba de asimilar que sea Juan Vivas, y no él, el presidente de la Ciudad.

-¿Por qué razón?

Porque Aróstegui piensa que Vivas es un advenedizo de la política. Es algo que he repetido muchas veces. Por ser de una claridad manifiesta. A los hechos me remito: la visita del Presidente de la Ciudad a las tropas destinadas en Kosovo y la fotografía junto al comandante general, Enrique Vidal de Loño, han conseguido sacar de sus casillas a quien se agarra al sindicalismo como a un clavo ardiendo. Se le ve a la legua que está invadido por un rencor tóxico.

-¿Tanto ansía ser concejal el tal Aróstegui?

Por supuesto que sí. Es más, yo creo que de haber continuado siendo concejal, seguro que se hubiera convertido en un aspirante a candidato a la presidencia del Gobierno. No olvides que el muchacho reúne condiciones suficientes para vivir con ínfulas de estadista.

-¡Toma del frasco!, ¡y además cachondeo! Vaya, coño, ya has sacado tu guasa a relucir. Precisamente cuando yo estaba ya dispuesto a formar parte de la cofradía de quienes hacen rogativas para que Aróstegui consiga su tan deseado escaño de concejal, descubro que tú tratas de quedarte conmigo.

En absoluto. De todas formas, si no llega a presidente del Gobierno, por los muchos impedimentos puestos a su carrera, todavía le queda a Aróstegui el consuelo de ser concejal. Y desde su asiento demostrarle a la gente que Vivas es un hablador sin sustancia. Un dirigente sumiso y melifluo. Un engañabobos. Y será entonces cuando nuestro hombre, por fin, se vea realizado.
 

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