Definidos como aquellas personas
que carecen de conocimientos y autoridad en una materia pero
que, por circunstancias peculiares en nuestra sociedad
alcanzan cierta notoriedad en diferentes ámbitos
profesionales demostrando una ignorancia supina alimentando
el malestar entre subordinados y por tanto, deteriorando la
relación trabajador-empresa.
Aunque, el verdadero problema que estos advenedizos plantean
en sus respectivos centros de trabajo al objeto de mostrar
su falsa valía es romper la unidad existente desvirtuando
intencionadamente la labor de sus subordinados a través de
la ausencia de comunicación interna o tergiversando las
existentes provocando con ello, los enfrentamientos entre
trabajadores.
No es admisible que esta incompetencia incida directamente
en cuestiones tan relevantes como que los trabajadores
desconozcan sus funciones laborales, los cambios
introducidos en los turnos de trabajo con la antelación
requerida, la comunicación en tiempo en la prorroga o cambio
de situación de trabajadores contratados, etc. Todo ello, en
perjuicio del propio trabajador y de la conciliación de la
vida familiar y laboral de estas personas trabajadoras.
No obstante, los empresarios deberían conocer que estas
negligencias en el desempeño de sus funciones inciden
negativamente en el rendimiento de sus trabajadores y por
tanto, en la valoración que su clientela pueda percibir de
su empresa. Por tanto, los empresarios deberían exigir una
mayor preparación y cualificación en los nombramientos con
el objetivo de prestar un mejor servicio que garantice la
rentabilidad de sus prestaciones.
En definitiva, circunstancia que incide directamente en la
productividad de las empresas aquejadas por esta patología
que debería ser subsanada inmediatamente en beneficio de
estas.
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