El periodista debe escribir a gran
velocidad porque si no corre el riesgo de que, al llegar al
último renglón, ya no tenga actualidad el primero (Fernando
Fernán Gómez). La actualidad tiene de malo que obliga a
hablar de ella; atenta contra la libertad de expresión. Y no
es porque no acontezca nada, como solía antaño; bien al
contrario, sucede mucho, pero siempre lo mismo. Y
Fernando Lázaro Carreter, tras lo dicho, cuenta lo del
chino que pasó veinte veces, delante del centinela, y éste,
al dar el parte, aseguró que habían pasado veinte chinos.
Sólo que ahora pasan unos cuantos chinos, unas cuantas
veces, pero son los que pasaron ayer.
Válgame el largo introito, para decirles que cuanto uno
escribe, diariamente, gira en torno a las mismas cosas y a
los mismos personajes, salvo excepciones. Lo cual, unido a
los prejuicios existentes en la ciudad y a esa censura que
el opinante debe imponerse si quiere seguir jugando a la
siete y media del columnismo local, supone un ejercicio
mucho más difícil que hacer de Guti en el Madrid. Dado que
exige un mayor esfuerzo imaginativo.
De actualidad constante está nuestra estimada Yolanda Bel,
aunque sea siempre por los mismos motivos. Ora sale
defendiendo las posiciones del Gobierno en lo tocante a la
Manzana del Revellín; ora le dice cuatro guasas al delegado
del Gobierno por el lío de las navieras; ya se ve obligada a
tratar de poner en su sitio al iluminado; ya se traga el
marrón de evitar la huelga de Semana Santa de los
trabajadores de Urbaser; y, para colmo, se le ha metido
entre ceja y ceja que sus intervenciones no son apreciadas
en su justo valor por parte de quien antes decía de ella que
era una niña estupenda.
Yo no sé si YB fue consciente de la carga que se echaba
encima cuando aceptó ser la portavoz del Gobierno. Si fue
así, es decir, si estuvo consciente de las muchas
dificultades que tendría, la diputada merece nuestra
felicitación. Pero si aceptó la propuesta a la ligera y para
dar la impresión de que ella estaba siempre al servicio de
su partido, me parece a mí que se equivocó de pe a pa.
Porque de niña estupenda ha pasado a ser, por necesidades
del guión, una mujer madura que luce ya espolones afilados.
Una mujer que viene poniendo su voz y su cara para defender
los intereses de un Gobierno que se ha encontrado ya con una
oposición dispuesta a no ceder en nada. Y, claro, lo lógico
es que sus intervenciones, las intervenciones de la
portavoz, terminen disgustando a propios y extraños. Los
primeros, porque creen, en todo momento, que podría haber
estado mejor defendiendo los intereses del Gobierno; los
segundos, porque no son tan lerdos como para comulgar con
ruedas de molinos. En fin, que a Bel se le nota mucho que
está hasta el moño de aguantar lo que viene aguantando.
No me extraña, pues, que la Yolanda modosa y agradable, que
iba casi siempre acompañada por su leal viceconsejero
Tafi, se haya convertido en una política a la que se le
está agriando el carácter a velocidad de vértigo. Por mor de
tener que lidiar cada día con problemas que en el mundo
taurino se conocen como limpieza de corrales. Ahora bien,
dado que lo que no mata engorda, seguro que YB estará
sacando conclusiones, y apuntando en su libreta datos que le
van a permitir poner sus ovarios por delante, cuando se
encarte, al mismísimo lucero del alba.
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