Cuando Carlos Chocrón accedió a la presidencia de la
delegación de Rotary Club en la ciudad, una asociación de
gentes del mundo empresarial y de distintas profesiones
liberales que realiza diferentes campañas benéficas en todo
el mundo, adquirió el compromiso de reforestar parte de la
cubierta vegetal de los montes de Ceuta que se encontraba
dañada. La promesa se tuvo que retrasar durante varios años
por diferentes problemas que fueron surgiendo ligadas a la
dificultad del proyecto, y por fin el 21 de noviembre de
2007 se inauguró la campaña Un árbol, legado para la
generación futura con la plantación simbólica del Presidente
de la ciudad, Juan Jesús Vivas, de una Kentia, una especie
procedente de la isla australiana Lord Hawe y la única en
plantarse que no es autóctona de los montes ceutíes, en los
Jardines de San Sebastián.
El proyecto de reforestación ha sido financiado por la
Joyería Chocrón y la manufactura suiza de relojes Patek
Phillippe con la colaboración del Rotary Club y de la Ciudad
a través de las empresas municipales Obimasa y Obimace. La
labor continuó el 2 de diciembre tras el acto inaugural con
la plantación de 500 árboles en el Mirador de Isabel II. En
esta nueva parada de la campaña, los ciudadanos e
instituciones que quisieran podían apadrinar la plantación
de un árbol con el pago de diez euros, al final se llegó a
alcanzar la cifra de 370 que se verán completados este
domingo con los 130 restantes que se repoblarán en los
alrededores del Mirador de Isabel II de 11.00 horas a 14.00.
Los 5.000 euros que se esperaban recaudar han sido
destinados ya a la Asociación Síndrome de Down de Ceuta,
Patrick Phillipe contribuyó con el pago de 100 árboles y la
Asociación de Empresarios de Ceuta financió 50, y en las
labores de campo participaron más de un centenar de ceutíes
y los niños beneficiarios de esta donación. Tanto los
participantes como los ciudadanos que colaboraron con el
pago serán obsequiados por la joyería Chocrón con un testigo
que contendrá un diploma conmemorando la participación.
Las condiciones de la reforesta
El proyecto estaba planteado en un principio para que se
realizara la plantación de 6.000 árboles en 18 meses, sin
embargo las labores han sido mucho más diligentes de lo que
se preveían al comienzo ya que el proceso ha durado menos de
cuatro meses. La ejecución del grueso de la reforestación ha
corrido a cargo de los obreros de Obimasa y Obimace que han
trabajado en horas fuera de su horario habitual, durante los
miércoles por la tarde y los domingos por la mañana, que han
sido pagadas por los financiadores de la campaña.
La reforestación se ha enfocado desde la perspectiva del
respeto de la flora local, huyendo de políticas muy comunes
hoy en día que introducen masivamente especies de pino o de
eucalipto, muy productivas económicamente pero que pueden
ser perjudiciales para las condiciones de los bosques
propios en donde se implantan. Se ha actuado en cuatro zonas
elegidas por la disponibilidad de los terrenos: 1.000
árboles en el monte Hacho, cerca de Punta Almina, 1.000 más
en el Cerro de la Palma, otros 1.000 en el campo cercano a
la Torre de Punées y el resto, más de 3.000, parten de la
zonas adyacentes al Mirador de Isabel II y se extienden a lo
largo de un kilómetro. La foresta se encontraba dañada por
causas diversas, senderos abiertos en el campo por
actividades militares, el paso de motos deportivas,
incendios o la exposición excesiva al Sol en determinadas
regiones. Incluso en una de las zonas repobladas,
concretamente la del Cerro de la Palma, próxima a Benzú, ha
debido mejorarse por una anterior repoblación mal planteada
de pinos, que no eran autóctonos, que se han descalzado de
tierra y muchos se encontraban derribados o ladeados por la
acción del viento.
En la repoblación se han introducido varias especies propias
que contaban con una población exigua. Se ha replantado
varios ejemplares del ciprés de Cartagena que había reducido
su número alarmantemente en los montes cuando en regiones
próximas, como Cabo negro, aún se encuentran bosques
estables. Se han repoblado unos 808 árboles del Labiérnago
macho, que alcanza la altura de un olivo y requiere de unas
condiciones muy especiales para su crecimiento, del que sólo
quedaban tres o cuatro en toda Ceuta. Del Madroño se han
replantado 1.200 ejemplares con lo que se ha multiplicado
exponencialmente una población que se había visto reducida a
30 miembros. También se ha intentado estabilizar un poco más
la población del Aladierno doblando su menguante número de
cuatro a ocho. Una de las especies más valiosas y
vulnerables del territorio ceutí, el Quejigo, había sufrido
en épocas anteriores la tala de árboles por la calidad de su
madera. Además las últimas sequías han condicionado
extraordinariamente su presencia en los montes por los
requisitos estrictos que posee para su desarrollo. Contaba
tan sólo con una población de tres o cuatro ejemplares que
se ha visto incrementada con 126 árboles.
Aparte de estas especies, otras han visto aumentarse
significativamente su poblamiento: 665 alcornoques, 733
palmitos, 912 mirtos y 836 araares. El total ha superado los
6.000 previsto al principio en más de 300 ejemplares.
El objetivo que se ha buscado con la reforestación ha sido
que las bondades que conlleva normalmente la densificación
de un bosque fueran maximizadas atendiendo a las condiciones
locales. Se ha buscado árboles que sus frutos alimentaran a
la fauna local o que en su descomposición fueran
beneficiosos para aumentar los nutrientes del suelo. Se ha
intentado conseguir que las plantas, además de soportar las
condiciones climáticas ceutíes, estuvieran adaptadas a los
incendios forestales y arraigaran bien en el suelo
conformando una tierra de calidad que resista a la acción de
las lluvias y el viento para que no se repita el caso de los
árboles caídos en Benzú. En otras repoblaciones se ha
introducido precipitadamente el eucalipto, como en la
vegetación del pantano, que esquilman el agua y la
putrefacción de las hojas no es benificiosa de para los
alimentos contenidos en el suelo.
La cobertura arbórea mejora además la resistencia a los
incendios al bloquear los rayos solares, suavizando las
temperaturas, creando así unas condiciones más favorables
para la fauna. Los bosques tienen también un efecto
moderador en la caída de las lluvias y en el arrastre que
provocan de las tierras, y disminuyen la fuerza de los
vientos que trasladan las partículas de polvo. Por último,
la absorción de dióxido de carbono que realizan las plantas
es beneficioso para controlar los gases de efecto
invernadero.
|