Normal. Y anormal. Hablo de
normalidad porque, en país donde, se siguen subvencionando
los viajes y desplazamientos de los grimosos familiares de
los asesinos etarras y se pone el nombre de criminales a las
calles, sin que aparezca el terribilín fiscal Anticorrupción
malagueño a actuar de oficio (él, que es tan lanzado para
acusar a empresarios) ni se movilicen los udycos de Blanqueo
de Madrid (no es lo mismo atacar ferozmente a marbelleros
que a independentistas vascos), repito, en un país donde se
permite lo que se permite y se traga lo que se traga, la
Malaya en sí aparece con diáfana claridad como el
macromontaje de “pan y circo” que ha sido.
Me pregunto, les pregunto ¿Recoge la Constitución el derecho
de los españolitos y las españolitas de barriada a pensar lo
que nos salga de los cojones y a decirlo, mejorando la
presente? ¿Qué no lo permite? Vale, pues que el PP que
siempre ha ido de “reformista” proponga que se reforme la
Carta Magna y que, lo que en ella se refleja, no sea un
compendio de buenas intenciones, sino alguna que otra
verdad. Pero, mientras reforman el texto-guía de nuestro
cojitranqui Ordenamiento Jurídico , servidora, que es la
kamikaze del hueco de mi escalera, porque se enfrenta hasta
el portero, en defensa de la verdad. Servidora se afirma y
ratifica en opinar que, la Malaya en sí, es una
mamarrachería, que respondía a una coyuntura y a unos
intereses políticos. Tan legítimos y serios que el famoso
jueztorres era la estrella del Tomate y sus decisiones y
Autos carnaza de los depredadores de los programas del
corazón. Nunca hasta la Malaya la justicia se escribió tan
en letra minúscula, nunca hasta entonces, resoluciones
judiciales, agitadas en negro sobre blanco y letra
redondilla por tertulianos de “lo rosa”, que accedían a
ellas como quien accede al precio del traje de maridar de la
Belén Esteban, nunca lo judicial había alcanzado cotas de
casquería inmunda tan despreciables.
Y esta escribidora, que es persona sencilla, pero de corazón
puro como blanca paloma, que es expresión autóctona de mi
Rif profundo, esta maestra liendre, que de ná sabe y de tó
entiende, ni nunca tragó ni jamás encajó la sucesión de
arbitrariedades, dislates, maldades y circo
jurídico-mediático que jaleó el jueztorres, con el concurso
impagable de los de Blanqueo de la Udyco que iban en el
espectáculo subrogándose el papel de “Hermanas Maravilla”
mientras que el jueztorres y el fiscal asemejaban, con todo
respeto y desde mi innata sinceridad cristiana, asemejaban
los “monos amaestrados”. Hago memoria y me alelo. ¿Recuerdan
como detenían a los notarios como si fueran peligrosos
miembros de las bandas kosovares? ¿Cómo los españoles
pudimos permitirlo? ¿Y quien protege a quienes, la mala
justicia, empitona? Nadie. Estamos indefensos. Con Felipe y
Guerra teníamos derechos. Pero, a partir de ahí, se acabaron
los garantismos para los decentes y pasaron a ser patrimonio
exclusivo de los malvados.Y aquí pillan rasca peperos y
progresistas. Idéntico ensañamiento para castigar memeces,
Aznar y “el juicio de las camisetas” contra Gil para
castigarle por vencer elecciones sin pertenecer al club de
quienes viven y comen de la política. Y estos de antes y de
ahora, ninguneando temas candentes, la terrible inseguridad
ciudadana, el miserable salario de los FOP, los
nacionalismos-separatistas- de- estómagos-agradecidos, la
patata caliente de la inmigración, las loas al
multiculturalismo, que es multiinculturalismo, el regomello
furioso de los españoles, la persecución religiosa a los
católicos y la atemorizada complacencia con los islámicos.
Todo ninguneado por el Tomate, BOE del sistema y fedatario
de cómo se esperó en Marbella a que acabara el deslucido
mitin de Zetapé para llevar a las cámaras a presenciar en
directo la detención de la Pantoja.
La niña adolescente de Roca esposada ante sus compañeros. La
hija de Pedro Roman en los calabozos. ¡Las mujeres y los
niños primero!. Basura. Vertedero moral. Nada de hablar de
relativismo ético sino de atropello dictatorial, de tratos
inhumanos, de miedo con retortijón. No es relativismo, es
pura mierda. Hasta un límite. Porque dicen y cuentan que,
cuando los de la Udyco quisieron “seguir investigando” por
encima de Roca, más allá de Roca, les cortaron las alas y
los huevos. Porque huevos había para detener a mujeres y a
empresarios, a ciudadanos normalitos, pero más huevos no.
Nada de huevos. ¿Y donde estaba la prensa de la escandalera?
¿Dónde la “prensa seria”? “En el fondo del mar,
matarilerilerile, en la fondo del mar, que después de Roca
no se “puede” investigar, matarilerilerá”. Tíos ¡Que asco y
que susto!.
Así por fin llegó a Marbella un juez, Oscar Pérez. El
reverso jurídico del jueztorres y se vislumbró Justicia. ¿A
que suena raro?Pero no la justicia de Torrente y el Tomate a
la que no tenían resignados y que contemplábamos con miedo y
recelo, ya sabedores que, contra los atropellos de un tipo
togado no hay defensa y que el TSJA siempre nos desprotegerá
a los ciudadanos. Y la Malaya se desdramatizó. Dejaron de
putear y porculear a las criaturas. Y lo mismo se carga este
Oscar, con el concurso irremplazable de sus cojones, un Auto
de Procesamiento disparatado, similar a un mal “viaje” tras
la ingesta de peyote caducado. ¡Qué España se pare! A Roca
le han puesto fianza. ¿Qué dicen? ¿Qué no se paran porque no
les sale de la ingle y que quieren que Oscar el juez siga
investigando malayerías y nos cuente la verdad, caiga quien
caiga, CQC? Vale. Y por derecho. Sin Tomate.
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