El primer examen de Juan Vivas
en unas elecciones puso de manifiesto algo indiscutible: que
la gente lo vio como un personaje muy grato y muy tratable.
Era cuando aún se mostraba dubitativo a la hora de hablar en
público y se le veía a la legua cierta timidez como
gobernante. Quizá, por esa visión de desamparo que daba, los
ceutíes lo acogieron clamorosamente y lo llevaron en
volandas a la presidencia.
Ese fenómeno, sin precedentes, se volvió a repetir en la
segunda oportunidad; con lo que el culto a su personalidad
sigue siendo una realidad. Lo que no sé es si la exaltación
pública y continua de su imagen le ha podido afectar de modo
que se pase más tiempo del debido levitando. Una actitud que
va muy unida a los éxitos y que exige tratamiento adecuado
por parte de las personas que tienen acceso diario a quien,
de la noche a la mañana, se convirtió en el gran líder de un
partido que nunca antes había obtenido tan monumentales
victorias.
Pero, en vista de que nunca llueve a gusto de todos, lo
logrado por Vivas tiene su punto negativo. Así lo piensa
quien me ha dicho que la línea del PP de Ceuta es que no
tiene línea del partido. Y, además, me razonó su opinión de
manera clara y rotunda: Hace ya tiempo que los militantes
han aceptado, muchos a regañadientes, que el partido se
sustenta en las alturas gracias a que Vivas tira de los
ciudadanos y los lleva a las urnas convencidos de que votan
al mejor. Lo cual, según mi interlocutor, está haciendo
germinar la idea, entre los afiliados, de que todos los
éxitos se vendrán abajo cuando Vivas se retire o bien la
gente comience a desencantarse de él.
Podría creerse, acorde con lo expuesto, que en el PP reina
la desmoralización, ni mucho menos; lo que sucede, eso sí,
es que los militantes más destacados, pertenecientes a la
vieja guardia, comienzan a vislumbrar que nunca más podrán
reverdecer situaciones de poder. Y no dejan de dolerse por
semejante castigo.
Lo que sí es verdad, y sería absurdo ignorarlo, es que el PP
de Ceuta está manejado por dos personas: Vivas y Gordillo.
Son ellos, sin duda, quienes han conseguido formar un tándem
poderoso que resulta imposible no sólo ser superado sino
que, además, quien lo intente pasará al ostracismo. Gordillo
y Vivas se han estudiado ya tanto que, a estas alturas,
ambos conocen ya sobradamente las imperfecciones de cada
cual. Los dos saben del pie que cojea cada uno. Y hace ya
mucho tiempo que decidieron seguir pedaleando juntos. Vivas
y Gordillo tienen pocas cosas en común; incluso me atrevo a
decir que son diametralmente opuestos en casi todo... Aunque
entendieron, muy pronto, que ambos se necesitaban para hacer
de su alianza una fortaleza inexpugnable. Y a fe que lo
vienen logrando. Sobre todo porque habrán asumido la máxima
de Adenauer: “En la política hay amigos,
indiferentes, adversarios, enemigos... ¡y compañeros de
partidos!... Éstos son los más peligrosos”.
Ahora bien, el mantenimiento de ese poder exigió en su día
la necesidad de abrir en el partido una agencia de
colocación. Y es, llegado a este punto, cuando yo le dije a
mi comunicante, muy depresivo él, que Vivas nunca dejaría
huellas en ese cometido. Y allá que se fue mirando hacia
atrás con cara de pocos amigos.
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