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OPINIÓN - DOMINGO, 30 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Gordillo y Vivas se necesitan
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Una noche de principios de marzo de 2005, que llovía a mares, Juan Vivas fue homenajeado por sus compañeros de partido, debido a que había cumplido cuatro años como presidente de la Ciudad. El acto se celebró en una sala del Casino que estaba abarrotada.

Pedro Gordillo hizo su discurso populista, con su característica vehemencia, sofocados los mofletes por las ganas que le echa cuando se sube el estrado, y alguien que estaba sentado muy cerca de mí no pudo aguantarse y dijo: a ver cuando le da a este hombre por acabar su perorata. Ese alguien, a quien haré un gran favor no mencionando su nombre, ostentaba y sigue ostentando un cargo muy importante en el Partido Popular. Y no hacía falta ser psicólogo para darse cuenta de que sentía aversión por Gordillo. La cual se hacía más patente cuando los seguidores acérrimos del presidente aplaudían las intervenciones de éste. En esos momentos, su desorden interior le hacía bufar.

Gordillo, estimulado por el entusiasmo de sus afines, fue encendiendo su discurso para referirse a Vivas poco menos que como la persona que Ceuta llevaba esperando desde tiempo inmemorial, a fin de conducirla por la senda de los mayores éxitos. Y, claro, mientras la pasión de muchos se desbordaba el rostro de mi vecino de asiento se abotargaba por la ira mal contenida. Una ira que representaba la de muchos otros militantes, del ala más derechista del partido, que no querían ya a Vivas ni pintado en papeles.

Cuando Vivas subió al estrado, entre estruendosas aclamaciones, le brillaba ya en los ojos esa burla fina con que suele reírse de quienes él cree conveniente. Se atusó el bigote, se acomodó el micrófono, bebió un trago de agua, se aclaró la voz con un suave carraspeo, y abriendo los brazos se dirigió a los asistentes:

-Yo antes de pelearme políticamente con Pedro Gordillo, me voy de la política.

Y la gente estalló jubilosa... El resto del discurso careció ya de interés. Lo fundamental, con el fin de acallar los comentarios interesados de que Vivas estaba siendo ninguneado por un grupo dirigido por personajes de la vieja guardia, se había dicho ya. Vivas y Gordillo se habían juramentado para defenderse mutuamente de los ataques de sus correspondientes enemigos.

Tres años después, recién terminada una campaña electoral donde salieron a relucir envidias y desconfianzas en el seno del PP, la historia ha vuelto a repetirse. Aunque en esta ocasión ha sido Gordillo quien ha declarado que cuenta con la ayuda de Vivas para ser reelegido como presidente del PP. Que es como decir lo siguiente: a ver quién se atreve a disputarme el cetro teniendo yo de mi parte no sólo a mis seguidores sino también a quien es, hoy por hoy, la marca estrella de nuestra casa.

El presidente de la Ciudad sabe que en el partido los hay que están lampando porque cometa un error grave para entrarle a degüello. Y el presidente del Partido es consciente de que se halla en la misma situación. De modo que acertaron el día que decidieron hermanarse para soportar ambos lo bueno y lo malo. Sin fisuras. Por ello, no entiendo por qué ambos soportan que tres o cuatro empresarios de la ciudad, muy conocidos, traten por todos los medios de meterle a Vivas las cabras en el corral.
 

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