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OPINIÓN - JUEVES, 27 DE MARZO DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

La casa de tócame Roque
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Muchas veces le oí decir a Ricardo Muñoz que ser alcalde de su pueblo era lo más grande que le había pasado en su vida. Me imagino que Juan Vivas opinará más o menos igual. Máxime cuando ha sido elegido dos veces y disfrutando de unas mayorías absolutas que no tenían precedentes.

Vivas, como otros alcaldes con don de gentes y capaces de encantar a los ciudadanos, ha venido madurando un proyecto que, de convertirse en realidad, será el más fiel recordatorio de su paso por la alcaldía. Todo consiste en trasladar el Mercado Central de Abastos a la Manzana del Revellín; y, tras demoler el edificio, hacer una obra de soterramiento que dejaría la plaza de la Constitución convertida en un lugar no apto para quienes sufran de agorafobia.

El mero hecho de anunciar el proyecto de esa gran obra propició que salieran a la palestra los poseídos por el demonio de la envidia, oponiéndose rotundamente a semejante idea. A quienes se unieron los mismos personajes de siempre: los que suelen atentar contra cualquier signo de evolución si acaso no ven posibilidades de llevárselo calentito. Vamos, de trincar una pasta gansa.

De modo que llevamos ya varios meses en los que no se habla de otra cosa que no sea del traslado del mercado, de la obra de soterramiento y de cómo Hacienda es la propietaria del solar en el cual se asienta el edificio del mercado. Y como suele suceder cada día en un territorio pequeño, aunque con problemas de urbe desmesurada, analizándolo todo minuciosamente.

Resultado: se magnifican todos y cada uno de los aspectos concernientes al proyecto. Todo se infla y todo termina, por tanto, hinchándose hasta extremos insospechados. Hipertrofia, sin duda, que exige gran vitalidad para seguirle el paso a cuanto vamos oyendo de esa obra -llamada faraónica por los enemigos del presidente de la Ciudad- tan deseada y necesaria para unos ciudadanos que, sin ninguna duda, serán los primeros en presumir de ella, si se hace.

Ahora bien, la Asamblea de la Ciudad, de un tiempo acá, parece la casa de tócame Roque (Se dice que un lugar parece la casa de tócame Roque para designar el lugar donde vive mucha gente y en el que existe un gran desorden). Y es así, créanme, porque últimamente hay diputados populares que están empeñados en hacer declaraciones acerca de los problemas antedichos, sin que éstas coincidan en absoluto. Oír lo que expone Yolanda Bel, portavoz del Gobierno, nada tiene que ver con lo que cuenta Juan Manuel Doncel, consejero de Fomento; y mucho menos con lo que dice Francisco Márquez, titular de Hacienda.

Ante semejante lío, siempre perjudicial para la buena imagen que ha de dar el Gobierno presidido por Vivas, se impone que éste tome el mando de las operaciones, de una vez por todas, para ir salvando todos los obstáculos que se le han ido poniendo a su proyecto. Puesto que hay momentos donde delegar en los demás es un inconveniente. Sobre todo ahora que el delegado del Gobierno, Jenaro García-Arreciado, se ha manifestado con claridad meridiana: invitando al presidente de la Ciudad a resolver ‘de una sola vez’ todos los ‘asuntos pendientes’, relacionados con los solares que desean las dos administraciones. Así se las ponían a Fernando VII... Es conveniente, pues, prescindir de los animadores y sentarse a negociar.
 

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