Luchan juntos por sus hijos a pesar de sus diferencias.
Manuel y Carmen [nombres ficticios] tienen tras de sí una
historia difícil, de esas que remueven conciencias y hacen
pensar. Este matrimonio en proceso de divorcio no disfruta
de sus cuatro hijos en común desde hace dos meses. Ese es el
tiempo que hace que el área de Menores de la Ciudad les
retiró la custodia de sus hijos, cuando el pasado 8 de
febrero los niños ingresaron inmediatamente en centros de
acogida de la ciudad. Así, las dos hijas mayores permanecen
en el centro Mediterráneo, mientras los pequeños se
encuentran acogidos en el centro San Ildefonso.
Atrás queda una familia rota en la que se han vivido ciertas
situaciones que han desembocado en los hechos actuales.
Según el informe del Área de Menores, los niños se
encontraban en una supuesta situación de riesgo, en la que
el padre mantenía una orden de alejamiento y la madre tomaba
ciertas sustancias, entre las que se encontraban
estupefacientes y alcohol. Además, el documento recoge una
larga lista de los que considera factores de desprotección,
entre los que se encuentra: una familia desestructurada con
un ambiente violento, dejadez de los deberes parentales,
absentismo escolar, posible situación de maltrato del
progenitor o retraso psicomotor en el pequeño de los
hermanos.
Sin embargo, Carmen desmiente esto y explica que “yo no
bebía habitualmente, sólo de vez en cuando a causa de mi
problema, pero yo no estoy acostumbrada a beber y entonces
me ponía muy mal”, por lo que “es mentira que yo consumiera
bebidas habitualmente”. Ahora, Carmen acude a un psiquiatra
y se encuentra en un proceso de desintoxicación para
demostrar que nunca consumió drogas, por lo que “no hay
derecho a que me traten como a una drogadicta que ha
abandonado a sus hijos porque yo soy de Ceuta y mis hijos
también, no soy una inmigrante que ha llegado y los ha
dejado tirados”. De la misma forma, la madre de los pequeños
asegura que “es mentira que yo tomara estupefacientes, ni
cocaína, ni heroína ni nada, tan sólo pastillas que tenía
prescritas a causa de mi depresión”. Por su parte, Manuel
afirma que “hemos tenido nuestros problemas como matrimonio
pero ahora estamos juntos por nuestros hijos”.
Proceso de divorcio
En todo esto, Carmen tiene la orden de alejamiento contra
Manuel vigente, una regla que ambos no dudaron en saltarse
para luchar juntos por recuperar a sus hijos, aunque cuentan
con el permiso judicial. “Después de 17 años juntos sabemos
que no funcionamos como matrimonio pero sí como padres”
asegura Carmen. Por ello, la pareja está en trámites de
divorcio, en el que creen que encontraran una solución para
que los niños vuelvan al hogar familiar. Esta idea se basa
en la estabilidad del estado emocional de Carmen,
certificado recientemente por su psiquiatra, y en una
pensión generosa que le pasaría Manuel para la manutención
de los niños.
Sin embargo, los padres se han encontrado con un obstáculo
insalvable por el momento que mantiene el proceso
paralizado: la huelga de los funcionarios de justicia. Y es
que los únicos documentos que faltan para hacer efectivo el
acuerdo de divorcio son las partidas de nacimientos de los
cuatro niños, que tienen que ser expedidas por el Registro
Civil, el cual ahora se mantiene con servicios mínimos. Otra
salida para lograr que los niños salgan de los centros de
menores es que los acoja una hermana de Manuel que
actualmente residen en Barcelona, por lo que el abogado de
la pareja ya está realizando los trámites necesarios para
que el áea de Menores estudia esta posibilidad.
Mientras tanto, Carmen y Antonio preparan todo lo necesario
para recurrir la resolución del área de Menores que autoriza
el acogimiento residencial de sus hijos, para lo que tienen
un plazo de tres meses. En todo este tiempo, el matrimonio
no ha dejado de moverse, porque “queremos demostrar que ni
nuestros hijos están desamparados ni yo soy alcohólica”
asegura Carmen tajantemente. No obstante, la mujer no ha
dejado de ver a los niños a diario en todo este tiempo, ya
que cada mañana acude a los dos centros donde se encuentran
los niños para estar con ellos un rato y hablar. Manuel es
el que se siempre encarga de llevarla.
Agresiones en el centro
Sin embargo, uno de los aspectos más trágicos de esta
historia es que la hija mayor podría estar sufriendo
agresiones en el Centro Mediterráneo por parte de otras
internas. Así lo afirma su madre, que comenta que “mi hija
mayor está ahora tomando medicación y tiene que ir al
psicólogo porque esta sufriendo mucho con esta situación”.
Según informan los padres, durante su estancia en el centro
de acogida, la niña ha sido maltratada física y
psicológimente por otras compañeras, además de ser víctima
de varios robos de sus pertenencias personales.
“De esto nos hemos enterado poco a poco porque el área de
Menores nos ha estado ocultando toda esta información”
cuenta Carmen. Por ello, acusa al órgano de la ciudad no
atender bien a sus hijos, por lo que dice que “no sé con qué
derecho se me ha retirado la custodia si los niños están
peor en los lugares de acogida y encima de que hemos
denunciado esto nadie ha ido allí a comprobar la situación
ni a ver si mi hija está bien”. Según el matrimonio, han
intentado de diversas formas conocer la situación real de
los niños, algo que “siempre se nos ha cortado desde el área
de Menores, así que lo que sabemos es lo que cuentan los
niños”. Después de la hija mayor, quien más le preocupa a
Carmen y Manuel es el niño pequeño, de tan sólo nueve meses
de edad. La madre comenta que “quiero ser yo la críe a mi
bebé, no quiero que esto lo hagan las demás”, por lo que
afirma tener un temor especial a lo que le pase a un niño
tan pequeño. Sin embargo, ambos dudan del bienestar de todos
sus hijos en los respectivos centro de acogida en los que se
encuentran.
Por su parte, el director del área de Menores de la Ciudad,
Juan Hernández, rehusó hacer declaraciones sobre este caso,
alegando que desde el órgano no se habla nunca de las
circunstancias de los menores acogidos o de su situación
familiar.
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