El tiempo está loco” ¿Han leído
alguna vez una frase hecha tan ínfimamente novedosa y tan
excelsamente sobada? Apuesto con ustedes una zurrapilla de
lomo a que no. ¡A ver esa zurrapa de vuelta p´atrás! ¿Qué si
me voy a lanzar al habla llanita o pichingli gibraltareño?
Me encanta y lo domino. En spanglish, mayormente. Y como voy
a tratar de salud mental, les informo y ratifico que, aquí
en el sur del sur, donde enloquece la rosa de los vientos,
si te encuentras fatal, no hay mejor terapia que acercarse a
la Roca, ver arrejuntarse a la mar y al océano y respirar.
¿Qué que pasa si el que lee esto vive en León? Pues que
aspire la energía mágica y mística de la catedral y se
extasie aspirando y expirando. Porque Gibraltar y sus
malvados simios le pillan a trasmano como terapia
antiestrés. ¿Qué si los monos del Peñón, símbolos locales y
levantiscos donde los haya padecen estrés? Yo creo que sí,
eso o problemas de conducta, porque son pidones y tienen una
mirada traidora bastante inquietante, típica en un trastorno
adaptativo. Igualito que el que padeceremos en las fechas
que siguen miles de españolitos, retornados de la holganza
vacacional. Quien haya vacacionado, que no es mi caso, pese
a que, como todos, he experimentado la insanía mental del
tiempo y no alegaré lo de “el cambio climático” porque es un
pestiño de tema, muy ecológico, muy de “la cultura verde” y
muy politically correct. Aunque los vaivenes meteorológicos
son de una incorrección política escalofriante y no
entienden de Semana Santa, de devociones llorosas bajo los
varales mojados ni de galernas en el norte. Y las anomalías
estresan. Porque nunca el ser humano está más indefenso que
cuando, la naturaleza, se pone bravía y desatada.
Sol radiante seguido de lluvias torrenciales. Temporales
tsunaminosos, los paseos marítimos hechos polvo, la gente
rodando por las rachas de viento, frío de cojones tras los
calorines tempranos, gripes tardías, tormentas de esas que
se llaman “con gran aparato eléctrico” y un tipo de Guadix
que le vende a los del Canal Sur un video casero donde se
aprecia un tornado. Es evidente que, el tiempo está
psicótico, que es más que neurótico. Y nosotros nos
disparatamos, con los biorritmos hechos mierda y sin saber
si mañana toca pantalón de pana y mitones o airosos
michelines al viento, apenas cubiertos con un sugerente y
hortera “top”, Luna llena y tiempo revuelto, se ha sorteado
una crisis de ansiedad y el que tira habitualmente de
lexatines o trankimazín mascado, tiene todas las papeletas
compradas. Aunque el pastillero no está solo ni es
excepción, porque uno de cada cinco españoles formamos parte
de la genuina cofradía de la Seguridad social que luce el
distintivo de “Departamento de salud mental” que es
apelativo más fino y respetuoso que proclamar “Departamento
de neurosis varias, insanías psíquicas, chaladuras variadas
y usuarios del mantra “No puedo más”- Dejen en el exterior a
nuestras queridas amigas las mascotas”.
¿Qué que tienen que ver las mascotas? Pues que, los
enfermos, somos muy lectores y autodidactas en los temas
referentes a nuestras variadas patologías y “todos” sabemos
que, los psiquiatras americanos, que van muy avanzados,
mejorando al doctor Enrique Rojas, el mejor psiquiatra de
España y al mío que se llama Antonio Cerezo, repito, sabemos
que en América todo el que va a terapia acaba saliendo con
un perro, un minino o un hurón bajo el brazo. Es parte del
tratamiento porque, las mascotas proporcionan al paciente un
afecto sincero y desinhiben. De hecho, en la cárcel de
Valencia, el director que es un tipo listo está realizando
experimentos conductuales insertando a perros en el
tratamiento penitenciario y los reclusos, que están tan
faltitos de cariño, se vuelcan en las mascotas y hay un buen
rollo increíble. Eso sí, me extraña que, Antonio Guerrero,
director de la abolengosa cárcel de Alhauvips de la Torre no
se haya lanzado a la reinserción mediante la convivencia con
canes o felinos, por supuesto, con pedigrí, porque, los
presos del museo-prisión son pijísimos y se lo tienen muy
creído. ¿Ven? Los presos no tienen problemas de estrés tras
las vacaciones, ni experimentan desmotivación, fatiga y
astenia ante la vuelta a la rutina. Pero les digo, les
cuento que, si el cortisol, que es la porquería que produce
el desencadenamiento de las letales hormonas del estrés, si
el cortisol oliera a perfume, a las cárceles tendríamos que
entrar con mascarillas para no atufarnos. ¡Puto cortisol y
puta liberación de las hormonas del estrés! Leo y releo por
internet, busco e indago ¿Cómo eliminar el cortisol o
impedir que, ante penas, agobios, angustias, achuchones y
perra vida no se produzcan las hormonas asquerosas y nos
disparaten los circuitos cerebrales? ¿Qué comentan con gesto
sardónico y cejillas anacreónticas? ¿Qué la gente, ahora,
“se mira mucho” y que toda la vida han existidos
desequilibrados y también pesares y la gente no se estresaba
ni acudía al especialista? Ya. Y la leche salía de la vaca,
la tisis se curaba comprándole sangre al sacamantecas,
Castelar largaba discursos y los frikis no acababan en
Eurovisión, sino que eran vendidos a los circos. ¡Olvídenme!
Me están estresando.
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