Si hay cosas que no soporto, que
me dan nauseas, son las mentiras, la falsedad y a
hipocresía. No lo puedo remediar, son cosas superiores a mis
fuerzas. A estas cosas, se unen otra que no puedo soportar,
por más esfuerzo que hago, y es que a los españoles, algunos
de eso estómagos agradecidos que se hacen llamar
progresistas, insulten nuestras inteligencias, queriendo
hacernos ver cosas que ellos consideran reales, pero que
están basadas en la mentira. No lo puedo soportar y, mucho
menos, cuando me veo impotente, para acudir a algunas de
esas tertulias, donde están todos esos “genios” y poner las
cosa claras, en un lenguaje entendible por todo el mundo.
Lo tengo claro, nunca me llevarán a una de esa tertulias,
donde siempre van los mismos, para decirnos lo mismo. Y no
hay más cera que la que arde. El que manda, manda, y
cartucho al cañón. ¿Qué temen al llevar a alguien del pueblo
y dejarlo participar, contestando a esos tertulianos?. Igual
temen que el programa salte por los aires y pierda el fin
para el que se ha realizado. Porque no lo duden, todos esos
programas, tienen un fin determinado.
Las otras noches haciendo zaping, me encontré con un
programa que se titula “La Noria”. Programa que ya había
visto en otras ocasiones y que por su contenido no me
interesa lo más mínimo, puesto que me da la sensación, nada
extraña, que se dice lo que se quiere que se diga o el
moderador te hace un “regate” que para sí lo quisiera el
mejor jugador del mundo.
Raras veces cambian los tertulianos sobre todos los elegidos
para defender lo que hay que defender. Y, por supuesto,
vuelvo a insistir, a ninguna d esas tertulias jamás han sido
invitados personas de la calle que son los que, realmente,
tienen algo que decir sobre el tema a tratar. Al parecer,
por lo visto, sólo saben del tema las inteligencias
superdotadas para los que el pueblo no pinta nada. Ellos son
los únicos que tienen toda la verdad en su poder, y con esa
verdad, la suya, insultan la inteligencia de un pueblo al
que se les da poca consideración.
El tema a tratar, cómo no, era la guerra de Irak y, por
supuesto, a la que nos había enviado Aznar. La participación
española consistió en el envío de un barquito en ayuda
humanitaria y, jamás entramos en esa guerra. Esa fue, la
verdad sea dicha, toda nuestra participación. Claro que,
como siempre, no faltó entre los contertulios, quienes se
sacaron de la manga, la consabida frase de “no era una
guerra legal”. ¿Es qué hay alguna guerra qué sea legal?. Se
olvidaron decir que antes ya habíamos estado en Irak y no,
precisamente, enviados por Aznar. A igual que a los del
estómago agradecido, se les olvidó decir que a foto de las
Azores no eran tres, sino cuatro los que se la hicieron.
Pero, uno de ellos, no interesa que se nombre.
¿Tanto trabajo cuesta decir la verdad? ¿Por qué insultan la
inteligencia de todo un pueblo, con mentiras?. Cómo se puede
creer a ese contertuliano, de cuya inteligencia no dudamos,
que ayer era de extrema derecha y hoy es de extrema
izquierda. ¿Qué credibilidad puede tener este personaje?.
Estoy contra todas las guerras. Lo mismos que estoy contra
las mentiras.
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