La vuelta a la tarifa general de las navieras, con la
consecuente protesta de subida de precios en los billetes
para cruzar el Estrecho, ha conseguido el pronunciamiento de
la mayoría de los representantes políticos en la ciudad. En
este punto, el delegado del Gobierno sugirió ayer quedarse
en Ceuta como medida de presión a las navieras en un mercado
“amparado por las leyes de libre comercio”.
Para que la tarifa general de los billetes del ferry
disminuya, la solución pasa “por no coger el barco”. Esta es
la medida de presión que ayer aconsejó a la ciudadanía el
delegado del Gobierno central, Jenaro García-Arreciado para
lograr que las navieras tomen conciencia de que el precio de
cruzar el Estrecho es preocupante hasta para las economías
más desahogadas. En una comparecencia ante los periodistas
de Ceuta, el delegado del Gobierno señaló que las
administraciones “tienen poca capacidad de intervención en
este caso y de hecho las actuaciones del Gobierno durante la
Operación Paso del Estrecho ya suponen cruzar la línea
roja”.
García-Arreciado afirmó que el Estado “no es responsable de
todos los males” que azotan a la sociedad, “y menos de lo
que hacen dos empresas privadas” cuya actividad están
amparada por las “leyes de mercado libre”. Así, la puja
entre la oferta y la demanda es la clave para subir o bajar
el ticket que lleva al ceutí a la ribera andaluza, luego es
el ciudadano el responsable de que las navieras lleguen a
pedir precios “excesivos” para viajar en una línea
considerada de interés público, cuando el particular
aislamiento geográfico de la ciudad de Ceuta merece que el
paso del Estrecho sea considerado como “línea de carácter
esencial”, como han coincidido diversos representantes de la
Ciudad, así como el titular del Consejo Económico y Social,
Basilio Fernández, que matizó que “durante los meses de
enero y febrero las compañías han sobrevivido sin reducir su
plantilla, luego podrían seguir con los precios de hace unas
semanas”. Tildando de “excesivos” estos precios,
García-Arreciado comparó el incremento con la compra de un
inmueble. Y es que “si en un bloque los pisos cuestan 22
millones, nadie los compra, pero sí se venden cuando
empiecen a bajar”, con relación a la oferta y demanda.
Queda, entonces, la solución de quedarse en casa para
conseguir que llegan al cartel nuevas ofertas en los viajes.
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